sábado, 13 de octubre de 2007

El Señor de los Anillos II: Las Dos Torres ****

(The Lord of the Rings: The Two Towers, EUA/Nueva Zelanda 2002) Clasificación ‘B’
Por: Joel Meza
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Para Marcela, amiga, comadre y fiel seguidora de Bilbo, Frodo y compañía.
La tradición y experiencia hollywoodenses dictan que las continuaciones de una cinta exitosa deben estrenarse con unos dos o tres años de distancia entre sí, para dar tiempo a que el público mastique bien la película anterior y esté ansioso de ver el siguiente episodio, abarrotando en consecuencia las salas con cada nuevo estreno. Pues bien, Peter Jackson, con su visión y plan muy particulares para traer a la pantalla grande El Señor de los Anillos, le ha dado al traste a esta “confiable” idea de la industria, con dos extraordinarios espectáculos al hilo separados sólo por un año.

En Las Dos Torres, basada en el segundo tomo de la obra de J.R.R. Tolkien, Jackson continúa relatándonos las desventuras de La Comunidad del Anillo, ahora dividida en tres grupos, justo como los dejamos hace un año, causando gran revuelo y hasta protestas por parte de un público al que, siendo seguidor o no de la novela, pareció no importarle estar tres horas sentado en una sala. Definitivamente todos teníamos ganas de ver más y ahora Jackson ha respondido. Y con tres horas más, nada menos. En la tradición de toda serie fílmica a la antigüita que se respete, al nuevo episodio lo precede una brevísima introducción que hace las veces de un “en qué nos quedamos”, para inmediatamente después continuar con la aventura. Así, tenemos por un lado a los hobbits Frodo y Sam tratando de continuar su viaje a Mordor para destruir el anillo de Sauron; por otro, los demás sobrevivientes de la Comunidad, el noble Aragorn, el enano Gimli y el elfo Legolas siguen al ejército de orcos que ha capturado a los otros dos hobbits, Merry y Pippin. De acuerdo a la novela, en este episodio la Comunidad tendrá que vérselas con el Enemigo y sus esbirros por separado.

Por ejemplo, Merry y Pippin pasan de ser cargados por orcos a discutir con ancianos árboles parlantes y caminantes. Frodo y Sam tropiezan con Gollum, la criatura de quien apenas tuvimos un vistazo en el prólogo de La Comunidad del Anillo; y el tercio de historia en el que Jackson y su grupo de guionistas parecen haber puesto la mayoría de sus canicas, Aragorn y compañía, brilla por la presencia de muchos más humanos que en la cinta anterior. Uno podría pensar que el peso de esta elección puede deberse a las limitaciones que todavía presenta la tecnología de animación para mostrar de manera convincente personajes dibujados digitalmente, ya que Gollum y los árboles errantes son precisamente de esta naturaleza. Sin embargo, los movimientos de los árboles están muy bien calculados para no resultar aberrantes y, sobre todo, el Gollum y su interacción con los personajes vivos resultan tan creíbles que debo decir que, excepto por unas poquísimas tomas del rostro, es sin duda el personaje animado más real que se ha presentado en cine desde que se empezó a utilizar esta forma de dibujo. Además, en el tercio de película que sigue a Aragorn, las batallas de ejércitos multitudinarios de humanos, elfos y orcos creados virtualmente son la norma, haciendo gala de una impresionante combinación de efectos especiales que van desde la tradicional proyección trasera a las pantallas azules y las miniaturas, combinadas todas exitosamente por medio de tecnología digital.

Pero no quisiera dar la impresión de que Peter Jackson es sólo un virtuoso director de tecnología. Justo como lo mostró en Criaturas Celestiales, una de sus películas anteriores, y en La Comunidad del Anillo, Jackson ante todo es un buen narrador que, si opta por el despliegue de efectos visuales, es porque sabe cómo utilizarlos para enriquecer el medio que ha escogido para contar sus historias. Quien ha leído y comentado la obra de Tolkien se da cuenta de que no hay sustituto para los personajes y pasajes creados en la imaginación particular de cada fiel lector. Jackson evidentemente es uno de tantos; sólo que, afortunadamente, su talento alcanza para compartir esa visión con el resto de nosotros.
(Publicado originalmente el 25 de Diciembre de 2002, en La Voz de la Frontera.)

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