jueves, 25 de mayo de 2017

Día del atentado ***

(Patriots Day, EUA 2017)
Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Mark Wahlberg y el director Peter Berg vuelven a hacer mancuerna, después de “Horizonte Profundo” (EUA 2016), para narrar nuevamente hechos de la vida real. Esta vez, con un estilo similar al documental, revivimos los bombazos terroristas del Maratón de Boston en abril de 2013, y el operativo policial, dirigido por el FBI con la participación de la Policía de Boston, para identificar, rastrear y atrapar a los responsables, que resultaron ser un par de hermanos veinteañeros ruso-estadounidenses, radicalizados en el Islam y con una misión de odio a muerte, hacia el país a donde llegaron a vivir unos años antes.

La película funciona muy bien cuando sólo se dedica a mostrar los hechos conforme ocurrieron, desde la madrugada del día del atentado del título, acumulando tensión sobre lo que sabemos que es inevitable. El director Berg elige personalizar la narrativa a través de algunas viñetas de la vida de personajes reales (representados por actores conocidos, pero en recreaciones entrañables, la mayoría de las veces), que de una forma u otra estuvieron involucrados, ya fuera como víctimas directas, como policías a cargo de la investigación y posterior persecución, o, definitivamente, como los perpetradores, este par de hermanos que, de los males el menor, eventualmente resultaron incompetentes en causar los daños físicos que originalmente esperaban, si bien el efecto del terror resultante fue y es inevitable.

Donde “Día del atentado” afloja es al intercalar la trama de un policía bostoniano ficticio (Mark Wahlberg), creado para la película. Lamentablemente, con este personaje, Berg parece decidir no arriesgar la aceptación del público a la película, y la convierte en un drama heroico tradicional de Hollywood. Ejercicio inútil, dado que, sin este personaje y sólo con el resto de la narrativa casi documental, el heroísmo de los bostonianos es patente, escena tras escena.

jueves, 18 de mayo de 2017

Alien: Covenant ***

(Alien: Covenant, EUA 2017) Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Hace casi 40 años, en 1979, el joven director británico Ridley Scott nos puso los pelos de punta a todos los que fuimos al cine a conocer a “Alien, el octavo pasajero”. En esta película futurista, los 7 miembros de la tripulación de una nave espacial carguera propiedad de la compañía Weyland, son desviados de su ruta para aterrizar en un planeta desconocido, ante una señal de auxilio. Ahí descubren unos extraños huevos gigantes en una especie de incubadora. Uno de los tripulantes se asoma con curiosidad a uno de los huevos al ver que algo se mueve dentro y, pa’ pronto, le brinca a la cara una especie de araña gigante. Lo que sigue es que la mentada “araña” invade la nave espacial, crece y se convierte en el octavo pasajero del ominoso título mexicano (“¡Noveno!” protestarían los amantes de los gatos) y, poco a poco y de uno en uno, se va despachando a cada empleado de Weyland, hasta quedar sólo un robot que no es lo que parece y una muchacha que, con mucha determinación y chica metralleta, enfrenta finalmente al monstruoso “Alien”.

Para no hacerle el cuento más largo, estimado lector, la nueva película de la saga, “Alien: Covenant”, es exactamente lo mismo. Dirigida también por un ya veterano Ridley Scott, la puesta en imágenes es tanto o más impresionante que en “El octavo pasajero” (Scott es un genio para usar la tecnología visual a favor del espectáculo). Igualmente, el cuento del monstruo que se va cenando a cada miembro de la tripulación sigue siendo muy entretenido y aterrador. El chiste y pretexto para volver a contarlo, en todo caso, es mostrarnos cómo llegaron a ocurrir los hechos que vimos en “El octavo pasajero”, ya que “Alien: Covenant”, al igual que “Prometeo”, su primera parte, también de Scott y estrenada en 2012, ocurre varios años antes de lo que vimos en la película de 1979.

Así, Scott echa mano de “David”, el robot que conocimos en “Prometeo” y que, fiel creación de Weyland, tiene ideas muy peculiares de lo que debe hacerse con esta letal especie extraterrestre. En más de una forma, en “Covenant” vemos cómo se plantan las semillas que eventualmente darán frutos en “El octavo pasajero” y todas sus secuelas. Y, de paso, tiene en “David”, por primera vez en toda la serie, un personaje que, en cuanto a trascendencia narrativa, está a la altura de “Ripley”, la heroína de las cuatro primeras películas. Después de todo, el resto del reparto, Demián Bichir incluido, no son más que la cena. El actor Michael Fassbender, quien encarna a “David”, lo sabe y da cátedra de cómo soltar diálogos dizque muy profundos y filosóficos con grandiosidad, sabiendo que, como público, lo que de verdad queremos es ver al monstruo hacer de las suyas. El “David” de Fassbender no se amilana y hasta nos cumple por ese lado, cuando lo vemos tirar guamazos de la lindo y por partida doble. Un lugar muy bien ganado: si al final de cada una de las primeras películas nos quedaba el gusanito de ver qué pasaba con Ripley, ahora, sin duda, todos queremos ver hasta dónde llega “David”. Bueno, es un decir, porque ya sabemos…

jueves, 11 de mayo de 2017

Cómo ser un Latin Lover **

(How to be a Latin Lover, EUA 2017)
Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Lo más interesante de “Cómo ser un Latin Lover” es volver a ver a Eugenio Derbez bajo las órdenes de un director distinto a él y, por lo tanto, despojado o al menos alejado de las exageradas mañas actorales que, cuando se dirige él mismo, parece considerar indispensables para hacer reír. Vea, si no, todos sus programas de tele y su personaje en “No se aceptan devoluciones”, su exitoso, monetariamente hablando, debut de 2013 como director de cine y actor protagónico. En esta ocasión, el también debutante director Ken Marino logra, la mayor parte del tiempo, que Derbez sea consistente con el resto del reparto.

La historia es sencilla: “Máximo” (Derbez) es un mantenido gigoló en Los Ángeles, que se queda sin dinero y sin casa, cuando es mandado a volar por su millonaria y anciana esposa de los últimos 25 años (Renée Taylor, la mamá de la televisiva Nana Fine). Su opción es que ahora lo mantenga su propia hermana (Salma Hayek propinando “zapes” a Derbez en cada escena) y el resto de la película se dedicará a educar a su simpático e inocente sobrino de 10 años (el joven actor canadiense Raphael Alejandro) en las artes de ser el Latin Lover del título.

Escrita por los primerizos Chris Spain y Jon Zack, la película inicialmente fluye sin problemas, ligando, una tras otra, situaciones más o menos graciosas. Eventualmente, después de la mitad, la comedia es sustituida por la clásica trama del protagonista descarriado que aprende su lección de vida al decepcionar al personaje que más quiere. Como siempre digo en casos así, el problema aquí no es la falta de originalidad (de eso vive Hollywood) al repetir una trillada fórmula, sino hacerlo sin nada de ingenio, simplemente coloreando por números.

Al menos hay un competente reparto de actores cómicos gringos acompañando a Derbez, encabezados por Rob Lowe (que ya ha hecho toda una carrera de burlarse de su propia condición de ex niño bonito del cine), que ayudan a mantener las risas en esa segunda y floja mitad. Ni modo, ni Derbez ni el director Marino tienen todavía el peso suficiente para arriesgar un producto de estudio hollywoodense.

jueves, 4 de mayo de 2017

Guardianes de la Galaxia Vol. 2 **1/2

(Guardians of the Galaxy Vol. 2, EUA 2017) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 

Qué pena que “Guardianes de la Galaxia Vol. 2” sea no sólo la segunda parte de “Guardianes de la Galaxia”, sino también un eslabón más en la larguísima cadena de películas de superhéroes de Marvel Studios, que ya no recuerdo cuándo ni cómo empezó, mucho menos a dónde va. Y digo qué pena, porque “Guardianes… 2”, igual que su antecesora, tiene suficientes elementos para sostenerse sola. De hecho, su único lastre es el tiempo dedicado a mantener, primero, el enlace con la inevitable “Guardianes… 3” y, segundo, con el resto del “universo Marvel”.

En esta ocasión, los personajes titulares, ya establecidos como “Guardianes de la Galaxia”, continúan con sus misiones peligrosas, que de alguna manera son importantes para el universo (pero no para la película) y, de paso, les ha de redituar buenos cheques. Regresan los 5 que ya conocimos en la primera: el huérfano terrícola “Peter Quill” (efectivamente relajiento Chris Pratt); la guerrera verde “Gamora” (convincentemente violenta Zoe Saldaña); el pelón tatuado e incapaz de entender los dobles sentidos, “Drax” (genuinamente gracioso Dave Bautista); el sicótico mapache parlante “Rocket” (voz acorde de Bradley Cooper) y “Bebé Groot”, un arbolito pelón que camina y baila al son de Electric Light Orchestra. Complementan el cuadro “Ego”, el megalómano desechable en turno (Kurt Russell cumpliendo) y el mercenario “Yondu” (Michael Rooker, robándose la película completa).

Lo mejor de “Guardianes… 2” es básicamente lo mismo que ya funcionó tan bien en la primera: el intercambio de diálogos repletos de chistes entre los 5 personajes centrales, mientras escuchan éxitos de rock de los 70s y 80s. Así que, si a lo que venimos es a oír chistes y música (muy buena música, por cierto), ¿para qué se esfuerza tanto el director y guionista James Gunn, en meter con calzador una historia profunda que tenga consecuencias y ramificaciones más allá de la propia película? Bueno, la respuesta es justamente esa pesada cadena de Marvel a la que la película está obligada a pertenecer.