miércoles, 20 de diciembre de 2017

Star Wars: Los Últimos Jedi **

(Star Wars: The Last Jedi, EUA 2017)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala


Como a todo mundo nos gustó El Despertar de la Fuerza, que básicamente es un refrito bien hechecito de La Guerra de las Galaxias, ya me imagino la junta de arranque en LucasFilms/Disney: pues de una vez, por qué no, que Los Últimos Jedi sea un refrito de la idolatrada trilogía original: La Guerra de las Galaxias, El Imperio Contraataca y El Regreso del Jedi. Y entonces, el director Rian Johnson se lanza con su mandato.

Veamos. De entrada, el primer enfrentamiento espacial entre la Resistencia y el Primer Orden involucra un ataque furtivo de naves caza de la Resistencia al Dreadnought, una gigantesca nave/arma de destrucción masiva, la cual deben hacer explotar disparando directamente en el punto débil de su “carrocería”, que, por supuesto, está… expuesto. Será el sereno; de todos modos Rebeldes, Imperio y Estrella de la Muerte se llaman, pues.

Mientras tanto, la jovencita Rey, que puede mover cosas con la mente y es aspirante a Jedi, deja todo tirado para recibir entrenamiento de un renuente viejo Jedi ermitaño, en un planeta húmedo e inhóspito, donde, por qué no, además se enfrentará con su propia atracción por el lado oscuro de la Fuerza, producto de su misteriosa ascendencia. Yoda y Luke estarían orgullosos de ver la historia repetirse… esperen, ellos mismos la repiten.

Por lo pronto, como en esta nueva trilogía hay más personajes que deben mantenerse entretenidos, Finn, el storm trooper desertor de la película anterior, conoce a una conserje rebelde y ambos fingen ir de luna de miel a Las Vegas, para (agarre aire para leer lo que sigue) reclutar a un hacker que les ayude a infiltrarse en una nave Imperial para desabilitar el rayo tractor (o algo así), y que los Resistentes Rebeldes puedan escapar. Ooootra vez... Si las cosas no le salen a Finn como esperaba es porque, como dice el dicho: nunca mandes a un storm trooper desertor a hacer el trabajo de un Obi Wan Kenobi. Al menos en esta parte de la película aparece el único personaje realmente interesante, un tartamudo Benicio del Toro, que se roba cada una de sus escenas y a quien, tartamudo y todo, le tocan los pocos diálogos que no son reiterativos a la acción.

Por su parte, la princesa Leia, como ya no tiene a Han Solo para pelear, mata el tiempo usando la Fuerza de forma egoísta, en lugar de buscar evitar que los Imperiales, en una trama que no sale de lo mismo, le den en la torre a su nave y sus subordinados, de los cuales sólo parece conocer a Poe, un soldado rebelde y regañado, que parece que sí pero que tampoco hace gran cosa y que es una cruza entre Han Solo y Han Solo, excepto que su Chewbacca es un Bebocho. ¿Chewbacca, dijo usted? Ah, no, yo lo dije. Bueno, ya que lo invoqué: pues Chewbacca aparece unos 2 minutos, junto a unos como Ewoks (más) chaparritos con alas, y yo creo que los demás rebeldes no le tienen mucha confianza, porque siempre sale amarrado al Halcón Milenario. Por cierto, las apariciones de esta nave son los únicos momentos en que toda la sala aplaude al unísono.

Los Rebeldes que siguen vivos en este punto, como son muy... Resistentes, eventualmente terminan repeliendo ooootro ataque de los Imperiales, desde una fortaleza enclavada en un planeta con vastas planicies blancas sobre las que caminan, a paso de elefante, esos armatostes Imperiales que parecen… elefantes. Por ahí anda el regañado Poe otra vez, básicamente recitando más de los superfluos diálogos, mientras la aprendiz de Jedi se une al grupo, sin que sepamos cómo, por cierto. Al menos esta vez sí le echaron sal a la planicie, para que no se les fueran a resbalar otra vez los paquidermos imperiales, como en El Imperio Contraataca.

¿Y el refrito prometido de El Regreso del Jedi, dice usted? Ah, pues Leia vuelve a ahorcar a Jabba the Hutt. OK, OK, no. Pero... además de los mentados Ewoks con alas, pues para que no le pongamos tache a esa película, la recién entrenada Jedi se enfrenta al nieto de Darth Vader, que le extiende su enguantada mano, y aunque es evidente que no es su padre, de todos modos le ofrece mandar juntos en la Galaxia, nada menos que con el nuevo Emperador como testigo, quien se regocija ante el despliegue de miedo y odio que tiene ante sí, justo como el Emperador anterior. Pobre güey. Es más, estoy seguro que en la siguiente película, en lugar de "Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana...", al inicio aparecerá la frase "Los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla..." Y mal.

viernes, 13 de octubre de 2017

Blade Runner 2049 **1/2

(Blade Runner 2049, EUA, Reino Unido, Canadá 2017) 
Clasificación México 'B-15'/EUA 'R'
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Es el año 2049. K es un policía de Los Ángeles (Ryan Gosling), que se dedica a rastrear y retirar viejos replicantes que viven clandestinamente en la Tierra. Los replicantes son robots orgánicos superfuertes, con apariencia completamente humana, usados por más de 30 años en operaciones mineras y militares en el espacio exterior. Originalmente prohibidos en el planeta, los que escaparon del espacio deben ser eliminados por los Blade Runners, la policía dedicada, precisamente, a encontrarlos y retirarlos. Por supuesto, “retirarlos” es eufemismo de matarlos. En esas anda el Blade Runner K, cuando su investigación sobre una cadena de viejos replicantes aún fugitivos, lo lleva a un hallazgo conectado a hechos ocurridos en 2019, cuando el trabajo de los Blade Runners era bastante directo: encontrabas un replicante en la Tierra, lo matabas. Ahora, en 2049, han sido perfeccionados y son legales en el planeta, al grado de que, aparentemente, medio mundo en Los Ángeles es un replicante, trabajando en servicios de todo tipo, desde asistentes ejecutivos hasta prostitutas… incluso Blade Runners, como K. Eso no obsta para que la mayoría de los humanos los vean con desprecio, recelo y hasta odio (la queja de ”nos roban nuestros trabajos” nunca se acaba, supongo).

En Blade Runner 2049, el director Denis Villeneuve cuenta su historia siguiendo el formato estándar de las películas de detectives y criminales conocidas como film noir (el nombre viene, para mis lectores no iniciados, de las películas donde casi todo ocurre de noche o en lugares tan oscuros como la trama, cocinada en bajas pasiones, por cierto): conforme K va siguiendo las pistas, se da (y nos damos) cuenta de que no sólo es el investigador, sino también pieza clave en el crimen perseguido. Esto es inevitable: Blade Runner 2049 es la continuación (no segunda parte) de Blade Runner, el film noir de 1982, donde el director Ridley Scott nos presentó a Harrison Ford como un policía cazador de replicantes en una historia muy parecida.

Blade Runner 2049 visualmente propone un mundo futuro altamente poblado y contaminado, con una extendida ciudad de Los Ángeles donde siempre hay lluvia o nieve y la gente, cuando no está volando en sus carros futuristas, se mueve en sucias calles repletas de vendedores callejeros y neón, ambos altamente influenciados por el lejano oriente. Sus imágenes (en otro bellísimo trabajo del cinefotógrafo Roger Deakins) son una serie de monumentales tomas aéreas, intercaladas con acción en calles o interiores (completísimo diseño de producción de Dennis Gassner), que se dan el tiempo de mostrarnos todo esto lentamente y de una forma tan impresionante que no podemos despegar los ojos de la pantalla, mientras el Blade Runner va de una escena del crimen a otra, haciendo escalas en la funcional oficina de su jefa humana o en las estilizadas guaridas corporativas de la compañía que fabrica los replicantes; y de ahí, a su departamento, mientras reflexiona en silencio sobre lo que ha visto y sobre lo que vendrá, con la ayuda vocal (K no habla mucho) de Joi, su compañía computarizada, una especie de Siri autoconsciente (de hecho, esta parte remite inevitablemente a la excelente "Ella", del director Spike Jonze), que toma la forma holográfica de una simpática, sensible y hermosa joven veinteañera (la actriz cubana Ana de Armas). Todo esto sumergido en atmosférica música electrónica, con Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch emulando a Vangelis.

Igualmente inevitable es que el estilo visual y auditivo usado por Villeneuve sea idéntico al de Scott en la cinta de 1982. Blade Runner 2049 no sólo es la continuación de aquella: también es la más reciente de una larga cadena de películas futuristas que en los últimos 35 años se han inspirado en su estética visual o de plano la han copiado vilmente y que el cinéfilo promedio puede reconocer al primer vistazo, incluso si nunca ha visto Blade Runner. Supongo que, llevando la firma de Ridley Scott como productor, sólo Blade Runner 2049 puede reclamar legítimamente este derecho artístico.

Con todo lo satisfactorio que resulta el largo espectáculo visual que nos dan Villeneuve y Deakins, las 2 horas 40 minutos de duración no son llenados por una historia ni unos personajes que justifiquen tenernos sentados tanto tiempo. La trama no es tan importante y los personajes principales no cambian mucho que digamos. El conflicto entre “buenos” y “malos” se reduce, lamentablemente, al del héroe que debe detener al megalómano del día que, por cierto, hasta tiene al típico ayudante siniestro para hacerle la vida de cuadritos al protagonista.

No está usted para saberlo pero yo sí para contarlo: en contraste, la película de 1982, que duraba abajito de las 2 horas, además de una historia parecida, se servía del conflicto de sus personajes para plantear ideas sobre la naturaleza humana, la arrogancia creadora y la necesidad de vivir libre. Blade Runner 2049, si acaso, hace algo parecido con el personaje de Joi, que sirve como pantalla a las emociones del Blade Runner K, en sus necesidades que replican a las humanas, pero no hay tanto de la espléndida señorita de Armas para llenar esas casi 3 horas. Y aquí me pregunto: si no conociera yo la película de 1982 y Blade Runner 2049 fuera mi único acercamiento a los replicantes, ¿saldría, además de con las nalgas planas, pensando sobre la vida, sobre el instinto creador, sobre la libertad? Seguramente no.

martes, 12 de septiembre de 2017

Mamá ***

(España/Canadá 2013) Clasificación México ´B´/ EUA ´PG-13´
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Concedido: uno va a ver películas de terror para sudar frío, pegar brincos en el asiento, soltar uno que otro grito y, como después de todo es sólo una película, uno termina riéndose nerviosamente del susto recién pasado, hasta que viene la siguiente escena en que volvemos a sudar frío, brincar y gritar. Casi casi como subirse a una montaña rusa, donde nos asustamos al ver venir la caída frente a nosotros, luego nos reímos apenas el tiempo suficiente para tomar la siguiente curva o caída a toda velocidad. Mamá es justo esa clase de película, en que la historia de fantasmas apenas interesa lo suficiente como para que aguantemos entre susto y susto, que es a lo que vamos. Y cuando uno piensa que el paseo está por terminar sin mayor consecuencia, Mamá sorprende con un excelente final que construye sobre la historia contada hasta el momento y supera o compensa, trasciende, más bien, todos los espantos y espantajos anteriores.

Escrita y dirigida por el argentino Andrés Muschietti en su primer largometraje, Mamá claramente se beneficia de ser producida por Guillermo Del Toro, al presentar varios de los elementos comunes en el cine del director tapatío, principalmente los niños en peligro al entrar (o salir, según sea el caso) en un mundo de fantasía y los fantasmas que buscan algo más que jalarle las patas a sus víctimas y al público.

En este caso, Victoria y Lilly son dos hermanitas que, tras una tragedia familiar, se ven abandonadas en una cabaña en lo profundo del bosque. Ahí las niñitas sobreviven de una forma bastante silvestre, aparentemente cuidadas por un ser sobrenatural a quien ellas terminan llamando “mamá”. Cinco años después son encontradas por un tío, quien las rescata y lleva a vivir con él y su novia, ambos un par de ninis. Todo va aparentemente bien, hasta que la mamá del bosque se aparece, literalmente, para reclamar a sus hijas postizas, usando contra los acomedidos ninis, todos los recursos que se acostumbran en este tipo de películas: ruidos extraños, insectos que salen de la nada, paredes sangrantes, sorpresivas imágenes fantasmagóricas, etc.

Naturalmente, las víctimas del ser sobrenatural harán todo lo que no debe hacerse en estas situaciones, para nuestro horror o susto, según sea el gusto de cada quién. Usted sabe: meterse en lugares oscuros nomás para ver quién anda ahí; quedarse solo en una casa donde las paredes sangran; dejar abiertas las ventanas para ver si se mete el monstruo; ir al bosque a media noche cuando se pudo haber ido de día; como dije antes: etc.

Pero no es que me queje. Todo lo contrario. La puesta en imágenes del director Muschietti no defrauda al ligar esas típicas escenas de sustos, una tras otra, colgadas de una historia trillada pero contada de una forma en que la tensión se va acumulando, para ser liberada con cada susto de los personajes y de nosotros. La fotografía del mexicano Antonio Riestra crea un pesado ambiente en el que abundan las sombras y claroscuros, usualmente propicios para un mayor efecto de las terribles apariciones. El complemento sonoro es la música del español Fernando Velázquez, que, al igual que en El Orfanato (también producida por Guillermo Del Toro, en 2007), nos envuelve en un mundo en el que no hay salida sino hasta el final.

Y el final es lo que sorprende más en Mamá, que hasta ese momento ha sido un buen ejercicio de cine de terror tradicional, pisando correctamente todas las bases reglamentarias y hasta resbalándose en algunas otras cuando no se necesitaban, como ciertos sueños de algunos personajes. Y es que todo se compensa en la secuencia final que, más que atar todos los cabos sueltos, como normalmente ocurre en el cine hollywoodense, desamarra varios de los elementos presentados y nos da un último jalón de extremidades inferiores, pero de una manera en que dejamos de lado los brincos, los gritos y la risa nerviosa, para sumergirnos en una, si me permite la expresión, tensa serenidad y en las imágenes e ideas más bellas de toda la película.

Mejor dicho y considerando que todo el rato estuvimos apretados en el asiento, el desenlace/enlace nos deja soltarnos, ver la historia y sus personajes con calma y darnos cuenta que, en efecto, no podía ser de otra forma. Bueno, sí pudo ser de otra forma, pero entonces Mamá se habría quedado en el montón.

jueves, 20 de julio de 2017

Melanie: Apocalipsis zombi ***1/2

(The girl with all the gifts, Reino Unido 2017)
Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala



Melanie, la niña protagonista de esta película de ciencia ficción, efectivamente es como dice el título original en Inglés: una niña con todos los dones. Melanie tiene unos 12 años y sólo es sacada de la celda donde aparentemente está prisionera en una fortaleza militar, para ser llevada al salón de clases, junto a otros niños, todos inmovilizados en sillas de ruedas. Melanie es la estrella de la clase: inteligente, carismática y compasiva con los demás; desde su joven y empática maestra, hasta los groseros soldados que la mantienen presa, pasando por la fría doctora que parece estudiar el comportamiento de Melanie. Algo debe estar muy mal en el mundo, cuando un grupo de militares trata a un grupo de dulces niños como si fueran la peor amenaza para la humanidad. Ajajá…

Mire, estimado lector, no quisiera decir nada más allá de lo que el pésimo título en Español ya revela. Efectivamente, esta es una buena película de ciencia ficción, pero también es una buena película de zombis (“hambrientos” en esta versión). Sólo diré que, como toda la buena ciencia ficción, aquí se explora la inmemorial pregunta: ¿qué nos hace humanos? Y, como toda buena película de terror, el monstruo es sólo la pantalla en la que proyectamos nuestros miedos. Y, en esta historia contada desde el punto de vista de Melanie, ella es la clave de ambas ideas.

La historia de “La niña con todos los dones” dirigida por el escocés Colm McCarthy, director, entre otras series británicas, de episodios de las exitosas “Dr. Who” y “Sherlock”, que también lidian con esos dos temas, la naturaleza humana y el terror. Y es la adaptación, por su propio autor, de la novela del británico M.R. Carey. Melanie es interpretada por la pequeña actriz Sennia Nanua, quien de manera sorprendentemente natural guía a los demás personajes, interpretados por Glenn Close, Gemma Arterton y Paddy Considine. De lo mejor en 2017.

viernes, 14 de julio de 2017

Spider-Man: De regreso a casa ***

(Spider-Man: Homecoming, EUA 2017) 
Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’

Con Spider-Man: De regreso a casa, del novel director Jon Watts, Marvel también regresa a lo que mejor sabe hacer en cine, es decir, presentar por primera vez a un superhéroe. Recordemos lo bien que les quedaron las primeras de Iron Man, el Capitán América, Ant-Man: El Hombre-Hormiga, Guardianes de la Galaxia y, por qué no, la primera de Thor. Y, sí, el propio Hombre-Araña, introducido en 2004 con Tobey Maguire y nuevamente en 2012, con Andrew Garfield.

Aquí está la muestra de que, cuando una película se dedica solamente a contar la historia en turno, sin tratar de entrelazarla a fuerzas con todas las otras películas de superhéroes que nos han recetado en lo que va del siglo XXI, se consigue una cinta divertida, con personajes que nos interesan, incluyendo, por supuesto, al villano, aprovechando de muy buena manera a sus actores.

Básicamente, Spider-Man: De regreso a casa, es la cómica aventura de Peter Parker, un chamaco quinceañero (perfecto Tom Holland, que ya anda en los 20) que, de pronto, tiene los poderes que ya conocemos (otro acierto: la película no nos hace perder tiempo con el origen y sólo se menciona brevemente, dando pie a una secuencia muy graciosa), cuyo único interés es divertirse lo más que pueda, columpiándose de sus telarañas por toda la ciudad, mientras juega a los policías y ladrones, persiguiendo a un maloso que, aunque vuela, tiene motivos bastante terrenales (excelente Michael Keaton). Por otro lado, Peter, poderes o no, es simplemente eso, un chamaco de 15 años, que intenta navegar lo mejor posible el día a día de la preparatoria, siendo un estudiante modelo, armando juguetes de Star Wars con su mejor amigo (muy chistoso Jacob Batalon) y descubriendo los primeros enamoramientos con sus compañeras de clase (creíbles adolescentes Laura Harrier y Zendaya).

Claro que, aunque en esta película no se menciona la famosa frase de las anteriores del Hombre-Araña, con grandes poderes hay grandes responsabilidades. Aquí, las grandes responsabilidades vienen en la figura del mismísimo Iron Man (Robert Downey Jr.), que aparece de vez en cuando o bien, manda a Happy (Jon Favreau), su guarura, para regañar a Peter y recordarle al público que, por mucho que estemos disfrutando esta película del joven arácnido, todo forma parte de un engorroso y aburrido enredo de películas repletas de personajes con superpoderes. Ni hablar, disfrutemos a este nuevo Spider-Man así, solito, mientras podamos.

P. S.: Lástima que, entre las pocas fallas, esté el poco o nulo uso que da la película al personaje de la Tía May (la siempre bienvenida Marisa Tomei, aquí desperdiciada, excepto por un par de muy graciosos chistes).

jueves, 6 de julio de 2017

MARVEL-Ó-METRO


La nueva película del (una vez más, nuevo) Hombre-Araña tiene un reto muy grande: si no superar, al menos igualar lo conseguido, en términos cinematográficos, por El Hombre-Araña 2, estrenada en 2004. Hasta la fecha, El Hombre-Araña 2 es una de las mejores películas de superhéroes salidos de los cómics. Si me apuran, tal vez sea la mejor.

Pensando en ello, esta semana me puse a recordar mis favoritas entre las adaptaciones de cómics de Marvel al cine y, para mi sorpresa, descubrí que he visto 34 en los últimos 30 años. Así que aquí va la lista de todas las películas de Marvel que he disfrutado (o sufrido), ordenadas de la mejor a la peor. Las calificaciones, como siempre, van de 4 estrellitas (excelente), a 1 estrellita (mala). La cuenta no está tan mal: 12 películas me han parecido de buenas a excelentes; 6 “casi” buenas; 11 regularzonas y sólo he calificado 5 como malas.

Me pregunto en qué lugar quedará Spider-Man: Regreso a casa.

1. El Hombre-Araña 2 (2004) ****
2. Hulk (2003) ***½
3. Iron Man (2008) ***½
4. Iron Man 3 (2013) ***½
5. Ant-Man El Hombre Hormiga (2015) ***
6. Guardianes de la Galaxia (2014) ***
7. Capitán América: El primer Vengador (2011) ***
8. Los Vengadores (2012) ***
9. Blade II (2002) ***
10. Blade (1998) ***
11. X-Men: La batalla final (2006) ***
12. El Sorprendente Hombre-Araña (2012) ***
13. El Sorprendente Hombre-Araña 2 (2014) **½
14. El Castigador: The Punisher (2004) **½
15. Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (2017) **½
16. Doctor Strange: Hechicero Supremo (2016) **½
17. Hulk: El Hombre Increíble (2008) **½
18. Thor (2010) **½
19. X-Men (2000) **
20. El Hombre-Araña (2002) **
21. Thor: Un mundo oscuro (2013) **
22. Deadpool (2016) **
23. X-Men: Días del futuro pasado (2014) **
24. Daredevil (2003) **
25. X2 (2003) **
26. Los 4 Fantásticos (2005) **
27. El Hombre-Araña 3 (2007) **
28. Iron Man 2 (2010) **
29. Logan (2017) **
30. Capitán América: Guerra Civil (2016) *½
31. Capitán América: Soldado de Invierno (2014) *
32. X-Men: Apocalipsis (2016) *
33. Avengers: Era de Ultrón (2015) *
34. Howard: Un nuevo héroe (Howard the Duck) (1986) *

Nota: Normalmente no hago listas como ésta. Si tienen curiosidad por más peliculómetros, dénse una vuelta enque Diezmartínez.

jueves, 22 de junio de 2017

La Momia **

(The Mummy, EUA 2017)
Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

En medio de las casi 2 horas que dura “La Momia”, existe una película más corta que funciona muy bien como cine de monstruos para matiné: Un terrible monstruo (la momia del título) ataca a incautos a diestra y siniestra, mientras el muchacho chicho busca la manera de acabar con la amenaza, aprovechando para quedar bien con la muchacha y, para pasar el rato, intercambiar chistes con su fiel ayudante, que generalmente es medio cobarde y atolondrado. Y ya que uso la terminología técnica, pues de una vez: este muchacho chicho sí está en una película gacha.

Con todo lo divertido y emocionante que pudiera ser lo que hace el héroe (Tom Cruise, básicamente transplantando su personaje de Misión: Imposible), “La Momia” termina siendo una película gacha por culpa de los Estudios Universal, abiertamente empeñados en hacer competencia a las ahora larguísimas series de películas de superhéroes de Marvel y DC. Más que ofrecernos una simple aventura de monstruos con el muchacho chicho mencionado líneas arriba, Universal usa una buena parte del tiempo en pantalla de “La Momia”, dirigida por el primerizo Alex Kurtzman, como un aburrido y enredoso comercial de su nueva serie de películas de monstruos (Drácula, Frankenstein, la propia Momia, etc.).

El ejemplo más notorio del problema de “La Momia” está en el personaje que hace Russell Crowe: un científico (no revelaré su identidad) que se las sabe de todas todas acerca de momias y monstruos en general, pero que no tiene idea de cómo funciona el cine, donde los espectadores estamos para que nos muestren, no que nos platiquen. Cuando la película se empieza a atorar (y esto ocurre varias veces, de principio a fin), aparece Russell Crowe para explicarnos lo que estamos viendo y hacer saltar la historia a otro punto donde sí hay acción y donde, además, a veces se explica por sí solo lo que Russell Crowe ya nos dijo. Claramente estas son fallas de origen en un guión que no sabe acomodar, en un mismo jarrito, al muchacho chicho, a esta película gacha y a las futuras que Universal nos va a enjaretar en los siguientes veranos.

viernes, 16 de junio de 2017

Mujer Maravilla **1/2

(Wonder Woman, EUA 2017)
Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Y hablando de malas series hollywoodenses, aquí tenemos el más reciente episodio de la que DC Comics nos ha recetado desde hace algunos años, con el nuevo Superman (que ahora resulta que se llama Esperanza) y el nuevo Batman (que ahora resulta que primero odia y luego perdona a Esperanza porque sus mamás son tocayas), a quienes se agrega Diana de Temiscira (la Mujer Maravilla del título), en su propia película, que, por cierto, es la mejor de esta naciente serie, lo cual no es muy difícil, después del bodriazo que fue “Batman vs. Superman”, y donde ella hizo una breve aparición, el año pasado.

De acuerdo a la película dirigida por Patty Jenkins, Diana es una chamaca de apariencia veinteañera, que sale de una isla griega oculta, donde viven sólo mujeres guerreras. Ellas fueron creadas hace siglos por Zeus para proteger a la humanidad cada vez que sucumbimos a los designios de Ares, el dios de la guerra. Así, cuando Diana se entera que a principios del siglo XX hay una Guerra Mundial, pa’ pronto agarra su espada, su escudo y su lazo dorado; se pone su minifalda, sus botas, sus pulseras y su diadema, y a darle que es mole de olla (o ensalada griega, pa’ estar a tono). Es chistoso que, mientras Superman y Batman andan cubiertos por sus respectivos trajes/armaduras de pies a cabeza, Diana se lance a la batalla en minifalda y corsé de metal pero, como dicen, “es una película”. Un poco o un mucho machistas en cuanto a lo disparejo de los trajes de superhéroes, eso sí.

“Mujer Maravilla” es una buena historia de presentación del personaje titular, poniendo inicialmente a Diana en cómicas situaciones de “pez fuera del agua” en el Londres de los 1920s y, después, en una emocionante pelea en pleno frente de guerra, encabezando valientemente una avanzada de soldados ingleses contra el ejército alemán. No queda muy claro si Diana es tan invulnerable como Superman, pero en todo caso su habilidad para detener las balas con sus brazaletes le permite salir del combate sin ningún rasguño.

En esas escenas “Mujer Maravilla” funciona mejor, gracias a la buena pareja cómica y melodramática que forman Diana (la bella y atlética actriz israelí Gal Gadot) y el espía estadounidense Steve Trevor (el simpático Chris Pine, mejor conocido como el nuevo Capitán Kirk), pero finalmente la película sucumbe a los mismos problemas del cine reciente de superhéroes. Además de que el último tercio se desperdicia en una batalla a base de guamazos mal mostrados, contra un villano que no tiene motivos muy claros que digamos, parte del tiempo en pantalla es usado para anunciar las cintas que siguen en esta interminable moda.

jueves, 8 de junio de 2017

¡Huye! ***1/2

(Get out!, EUA 2017)
Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala


La semana pasada, recordando “El Aro”, decía que tengo sentimientos encontrados por ver una película de terror inteligente contra una simple película de terror. Trataré de ilustrar mi punto: desde hace un par de semanas, en la casa de ustedes hemos adoptado una gatita bebé. Como sabrá cualquiera que ha tenido gatos muy pequeños, es muy divertido verlos saltar, asustados, cuando uno camina cerca de ellos, estando desprevenidos. Diversión sencilla que nos dio Misty (la gatita) en sus primeros días con nosotros. Pero, como también saben quienes adoptan gatos, un buen día es la gata quien lo sorprende a uno, agazapada en un rincón del pasillo, esperando… esperando el momento en que uno pase por ahí para saltarnos encima (es un decir; si acaso, alcanzará a subírsenos al pie), volteando efectivamente los papeles y sorprendiéndonos (asustándonos, por qué no) a nosotros. La gata ha crecido un poco, ha aprendido y sus esfuerzos por sorprendernos, a base de planeación, paciencia y manejo del suspenso, son mucho más divertidos que los simples brincos de unos días antes. Así son las películas inteligentes de terror. Justo como “¡Huye!”, lo mejor en cartelera esta semana.

“¡Huye!” es una muy bien armada historia de intriga y suspenso. Por definición, en las películas de intriga sólo sabemos lo que sabe el protagonista, conforme lo va sabiendo a medida que avanza la historia. Y el suspenso, es decir, la certeza de que algo malo va a pasar, pero no cuándo, nos mantiene al borde del asiento. Y si agregamos comedia en la medida justa y en los momentos necesarios para romper temporalmente la tensión, hay suficiente para acompañar al personaje principal hasta los terribles sucesos que nos llevan al final.

Justamente como “¡Huye!”, escrita y dirigida por el hasta ahora actor de comedia, Jordan Peele, hace tan bien esa mezcla, no revelaré nada de la trama, pero concluiré describiendo la premisa inicial: “Chris” es un joven de veintitantos, preparándose a pasar el fin de semana con su novia, en la finca campirana de los papás de ella. Hay un pequeño detalle: su novia es güera y sus suegros (güeros también) no saben que “Chris” es negro. Como todos son gringos, podría usted pensar que el asunto no será más que una nueva versión de “Adivina quién viene a cenar” (EUA, 1967), con reflexiones actualizadas de la confrontación entre blancos y negros, entre liberales y conservadores, en los Estados Unidos post Obama y post Trump. Nada de eso: “¡Huye!”, más bien, se convierte en “Adivina con quién te estoy llevando a cenar…” Ay nanita.

jueves, 25 de mayo de 2017

Día del atentado ***

(Patriots Day, EUA 2017)
Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Mark Wahlberg y el director Peter Berg vuelven a hacer mancuerna, después de “Horizonte Profundo” (EUA 2016), para narrar nuevamente hechos de la vida real. Esta vez, con un estilo similar al documental, revivimos los bombazos terroristas del Maratón de Boston en abril de 2013, y el operativo policial, dirigido por el FBI con la participación de la Policía de Boston, para identificar, rastrear y atrapar a los responsables, que resultaron ser un par de hermanos veinteañeros ruso-estadounidenses, radicalizados en el Islam y con una misión de odio a muerte, hacia el país a donde llegaron a vivir unos años antes.

La película funciona muy bien cuando sólo se dedica a mostrar los hechos conforme ocurrieron, desde la madrugada del día del atentado del título, acumulando tensión sobre lo que sabemos que es inevitable. El director Berg elige personalizar la narrativa a través de algunas viñetas de la vida de personajes reales (representados por actores conocidos, pero en recreaciones entrañables, la mayoría de las veces), que de una forma u otra estuvieron involucrados, ya fuera como víctimas directas, como policías a cargo de la investigación y posterior persecución, o, definitivamente, como los perpetradores, este par de hermanos que, de los males el menor, eventualmente resultaron incompetentes en causar los daños físicos que originalmente esperaban, si bien el efecto del terror resultante fue y es inevitable.

Donde “Día del atentado” afloja es al intercalar la trama de un policía bostoniano ficticio (Mark Wahlberg), creado para la película. Lamentablemente, con este personaje, Berg parece decidir no arriesgar la aceptación del público a la película, y la convierte en un drama heroico tradicional de Hollywood. Ejercicio inútil, dado que, sin este personaje y sólo con el resto de la narrativa casi documental, el heroísmo de los bostonianos es patente, escena tras escena.

jueves, 18 de mayo de 2017

Alien: Covenant ***

(Alien: Covenant, EUA 2017) Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Hace casi 40 años, en 1979, el joven director británico Ridley Scott nos puso los pelos de punta a todos los que fuimos al cine a conocer a “Alien, el octavo pasajero”. En esta película futurista, los 7 miembros de la tripulación de una nave espacial carguera propiedad de la compañía Weyland, son desviados de su ruta para aterrizar en un planeta desconocido, ante una señal de auxilio. Ahí descubren unos extraños huevos gigantes en una especie de incubadora. Uno de los tripulantes se asoma con curiosidad a uno de los huevos al ver que algo se mueve dentro y, pa’ pronto, le brinca a la cara una especie de araña gigante. Lo que sigue es que la mentada “araña” invade la nave espacial, crece y se convierte en el octavo pasajero del ominoso título mexicano (“¡Noveno!” protestarían los amantes de los gatos) y, poco a poco y de uno en uno, se va despachando a cada empleado de Weyland, hasta quedar sólo un robot que no es lo que parece y una muchacha que, con mucha determinación y chica metralleta, enfrenta finalmente al monstruoso “Alien”.

Para no hacerle el cuento más largo, estimado lector, la nueva película de la saga, “Alien: Covenant”, es exactamente lo mismo. Dirigida también por un ya veterano Ridley Scott, la puesta en imágenes es tanto o más impresionante que en “El octavo pasajero” (Scott es un genio para usar la tecnología visual a favor del espectáculo). Igualmente, el cuento del monstruo que se va cenando a cada miembro de la tripulación sigue siendo muy entretenido y aterrador. El chiste y pretexto para volver a contarlo, en todo caso, es mostrarnos cómo llegaron a ocurrir los hechos que vimos en “El octavo pasajero”, ya que “Alien: Covenant”, al igual que “Prometeo”, su primera parte, también de Scott y estrenada en 2012, ocurre varios años antes de lo que vimos en la película de 1979.

Así, Scott echa mano de “David”, el robot que conocimos en “Prometeo” y que, fiel creación de Weyland, tiene ideas muy peculiares de lo que debe hacerse con esta letal especie extraterrestre. En más de una forma, en “Covenant” vemos cómo se plantan las semillas que eventualmente darán frutos en “El octavo pasajero” y todas sus secuelas. Y, de paso, tiene en “David”, por primera vez en toda la serie, un personaje que, en cuanto a trascendencia narrativa, está a la altura de “Ripley”, la heroína de las cuatro primeras películas. Después de todo, el resto del reparto, Demián Bichir incluido, no son más que la cena. El actor Michael Fassbender, quien encarna a “David”, lo sabe y da cátedra de cómo soltar diálogos dizque muy profundos y filosóficos con grandiosidad, sabiendo que, como público, lo que de verdad queremos es ver al monstruo hacer de las suyas. El “David” de Fassbender no se amilana y hasta nos cumple por ese lado, cuando lo vemos tirar guamazos de la lindo y por partida doble. Un lugar muy bien ganado: si al final de cada una de las primeras películas nos quedaba el gusanito de ver qué pasaba con Ripley, ahora, sin duda, todos queremos ver hasta dónde llega “David”. Bueno, es un decir, porque ya sabemos…

jueves, 11 de mayo de 2017

Cómo ser un Latin Lover **

(How to be a Latin Lover, EUA 2017)
Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Lo más interesante de “Cómo ser un Latin Lover” es volver a ver a Eugenio Derbez bajo las órdenes de un director distinto a él y, por lo tanto, despojado o al menos alejado de las exageradas mañas actorales que, cuando se dirige él mismo, parece considerar indispensables para hacer reír. Vea, si no, todos sus programas de tele y su personaje en “No se aceptan devoluciones”, su exitoso, monetariamente hablando, debut de 2013 como director de cine y actor protagónico. En esta ocasión, el también debutante director Ken Marino logra, la mayor parte del tiempo, que Derbez sea consistente con el resto del reparto.

La historia es sencilla: “Máximo” (Derbez) es un mantenido gigoló en Los Ángeles, que se queda sin dinero y sin casa, cuando es mandado a volar por su millonaria y anciana esposa de los últimos 25 años (Renée Taylor, la mamá de la televisiva Nana Fine). Su opción es que ahora lo mantenga su propia hermana (Salma Hayek propinando “zapes” a Derbez en cada escena) y el resto de la película se dedicará a educar a su simpático e inocente sobrino de 10 años (el joven actor canadiense Raphael Alejandro) en las artes de ser el Latin Lover del título.

Escrita por los primerizos Chris Spain y Jon Zack, la película inicialmente fluye sin problemas, ligando, una tras otra, situaciones más o menos graciosas. Eventualmente, después de la mitad, la comedia es sustituida por la clásica trama del protagonista descarriado que aprende su lección de vida al decepcionar al personaje que más quiere. Como siempre digo en casos así, el problema aquí no es la falta de originalidad (de eso vive Hollywood) al repetir una trillada fórmula, sino hacerlo sin nada de ingenio, simplemente coloreando por números.

Al menos hay un competente reparto de actores cómicos gringos acompañando a Derbez, encabezados por Rob Lowe (que ya ha hecho toda una carrera de burlarse de su propia condición de ex niño bonito del cine), que ayudan a mantener las risas en esa segunda y floja mitad. Ni modo, ni Derbez ni el director Marino tienen todavía el peso suficiente para arriesgar un producto de estudio hollywoodense.

jueves, 4 de mayo de 2017

Guardianes de la Galaxia Vol. 2 **1/2

(Guardians of the Galaxy Vol. 2, EUA 2017) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 

Qué pena que “Guardianes de la Galaxia Vol. 2” sea no sólo la segunda parte de “Guardianes de la Galaxia”, sino también un eslabón más en la larguísima cadena de películas de superhéroes de Marvel Studios, que ya no recuerdo cuándo ni cómo empezó, mucho menos a dónde va. Y digo qué pena, porque “Guardianes… 2”, igual que su antecesora, tiene suficientes elementos para sostenerse sola. De hecho, su único lastre es el tiempo dedicado a mantener, primero, el enlace con la inevitable “Guardianes… 3” y, segundo, con el resto del “universo Marvel”.

En esta ocasión, los personajes titulares, ya establecidos como “Guardianes de la Galaxia”, continúan con sus misiones peligrosas, que de alguna manera son importantes para el universo (pero no para la película) y, de paso, les ha de redituar buenos cheques. Regresan los 5 que ya conocimos en la primera: el huérfano terrícola “Peter Quill” (efectivamente relajiento Chris Pratt); la guerrera verde “Gamora” (convincentemente violenta Zoe Saldaña); el pelón tatuado e incapaz de entender los dobles sentidos, “Drax” (genuinamente gracioso Dave Bautista); el sicótico mapache parlante “Rocket” (voz acorde de Bradley Cooper) y “Bebé Groot”, un arbolito pelón que camina y baila al son de Electric Light Orchestra. Complementan el cuadro “Ego”, el megalómano desechable en turno (Kurt Russell cumpliendo) y el mercenario “Yondu” (Michael Rooker, robándose la película completa).

Lo mejor de “Guardianes… 2” es básicamente lo mismo que ya funcionó tan bien en la primera: el intercambio de diálogos repletos de chistes entre los 5 personajes centrales, mientras escuchan éxitos de rock de los 70s y 80s. Así que, si a lo que venimos es a oír chistes y música (muy buena música, por cierto), ¿para qué se esfuerza tanto el director y guionista James Gunn, en meter con calzador una historia profunda que tenga consecuencias y ramificaciones más allá de la propia película? Bueno, la respuesta es justamente esa pesada cadena de Marvel a la que la película está obligada a pertenecer.

jueves, 27 de abril de 2017

T2 Trainspotting **

(T2 Trainspotting, Reino Unido 2017) Clasificación México 'C'/EUA 'R'
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

"T2 Trainspotting", o "No es lo mismo Los 4 Drogadictos que Veinte Años Después":
La primera hora se va en reiniciar (una y otra vez) la historia que aparentemente se quiere contar: Renton ha regresado.

La segunda hora fracasa al tratar de entrelazar cuatro historias mal contadas, que por sí solas merecerían sus propias películas y yo vería gustoso:
1. Las desventuras de Sick Boy como padrote y empresario.
2. El romance de Renton y la prostituta que trabaja para Sick Boy.
3. El deseo de venganza que consume a Begbie.
4. La redención de Spud a través de las letras.

El personaje nuevo (la prostituta) es quien resume en una línea el problema de Trainspotting 2: los 4 personajes originales (y por extensión, el director Danny Boyle y el guionista John Hodge) están enamorados de su pasado de drogadicción desenfrenada y disertaciones existenciales, mientras ven pasar trenes escoceses; no viven más que para la nostalgia. Así, pocas cosas en la película significan algo para quienes no han visto o no recuerdan la primera. Si al personaje nuevo no le interesa lo que le pase a los personajes ya conocidos, ¿por qué habría de importarnos a nosotros?

viernes, 21 de abril de 2017

Sandy Wexler *

(Sandy Wexler, EUA 2017)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Esta semana Netflix estrenó en exclusiva una película protagonizada por Adam Sandler. Va mi reseña.

Adam Sandler puede ser gracioso y buen actor, pero uno no lo sabría por sus casi 50 películas, la mayoría malas. Sacando cuentas rápidas (y no las he visto todas, tampoco soy tan masoquista), sólo se salvan 3, acaso 4, de todo el bonche. Por qué Netflix pensó hace unos años que era una buena idea contratar a Sandler para que les hiciera 8 películas en exclusiva, sigue siendo un gran misterio. Las 2 primeras del paquete resultaron infumables. No pude pasar de los primeros 20 aburridos minutos en cada una. Llega ahora “Sandy Wexler” la tercera y al menos, a su favor, esta sí la pude ver completa, por dos razones: primero, por curiosidad y segundo, por Jennifer Hudson, que por alguna mala jugada del destino interpreta al interés amoroso del ridículo personaje de Sandler.

La película propone la historia de “Sandy Wexler” (Sandler con pelo grasoso, gruesos lentes y hablando permanentemente con una de sus irritantes voces en falsetto), un pobre diablo que es mánager de artistas mediocres en el Hollywood de los 90s. “Wexler” conoce y convierte en su cliente a una bella y extraordinaria cantante que trabaja en los ridículos shows de Magic Mountain, interpretada por Jennifer Hudson con una chispa que no hace difícil entender que “Wexler”, además, se enamore de ella.

Lo que de plano no funciona son los trucos de la historia: la cantante también parece enamorada del mánager, a pesar de su pobre personalidad y evidente incompetencia. Eventualmente la cantante despega, pero sin el lastre de “Wexler”, que nunca le confiesa su amor. Aquí es donde llega el segundo y forzado truco: sin mayor evidencia que la palabra de famosas celebridades en entrevistas recurrentes a la cámara, en lo que parece ser una reunión de gala, resulta que “Wexler” sí es muy admirado y sí fue un gran mánager, pero sólo porque el guión lo requiere y, aparentemente, porque todos estos famosos quieren mucho a Adam Sandler.

La poca y mala comedia en esta larga película (arribita de 2 horas), finalmente se compensa con las canciones y la presencia de la Srita. Hudson.

martes, 11 de abril de 2017

Rápidos y furiosos **

(The fast and the furious, EUA/Alemania 2001)
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala


Ante la longevidad de la franquicia rápida y furiosa, me dí a la tarea de ver, por primera vez, la película original. Encontré que la idea que me había formado a través de los años acerca de esta película, por los pedazos que aquí y allá me había tocado ver, era muy cercana a la realidad: no se trata de carreras clandestinas de carros. Simplemente es una historia de fórmula donde el típico nuevo en el pueblo (o en la escuela o en el trabajo o donde usted quiera ponerlo) conoce a los distintos grupos de personas del lugar y eventualmente se convierte en el más popular y en incondicional del líder. En este caso, los "distintos" grupos (corredores “güeros”, “negros”, “asiáticos”, “chicanos”, etc.) ni siquiera son distintos entre sí: todos corren carros compactos equipados con tanques de óxido nitroso para dar acelerones repentinos y ganar el cuarto de milla. Por cierto, eso es todo lo que usted y yo, neófitos en el asunto, aprenderemos de las carreras clandestinas en Rápidos y furiosos.
La originalidad en historias no es el fuerte de Hollywood, pero eso no importa cuando la forma en que se cuenta la película es lo original o al menos lo suficientemente entretenido como para distraernos del refrito. En el caso de Rápidos y furiosos, el punto que se supondría novedoso en realidad no lo es: el recién llegado es un policía encubierto que debe averiguar quién de entre los corredores está cometiendo robos millonarios de mercancía electrónica. Y como ya mencioné líneas arriba, todos los corredores clandestinos son exactamente iguales, excepto por el líder, así que usted y yo nos podemos imaginar desde el principio quién manda a los rateros, pero el policía y sus jefes no tienen tanta imaginación como nosotros.

La gracia de Rápidos y furiosos, dirigida por Rob Cohen a partir de un guión supuestamente inspirado en las carreras clandestinas, está, me parece, en algunas de las secuencias (no todas) de carros a toda velocidad. Se supone que también tienen su gracia Paul Walker, interpretando al policía encubierto, y Vin Diesel, el líder del grupo. Y digo se supone, porque, la verdad, ambos personajes resultan menos interesantes que cualquiera de los carros que manejan. Cómo una película tan mediana dio pie a una serie que lleva ya siete iteraciones en catorce años, sigue siendo un misterio. Bueno, conociendo a Hollywood y al público, más bien no hay misterio alguno. ¿Listos para Rápidos y furiosos 8?