jueves, 16 de julio de 2015

¡Me Muero Bichi! / IX: Experimenta mi teoría.

Porque el arte no necesita de estrellitas ni calificaciones, sigue mi batalla personal contra la estupidez de los distribuidores de cine en México, desde la comodidad de mi sala. En cueros.

Locos por las partículas
(Particle Fever, EUA 2013)

Quién hubiera imaginado que la vida de los físicos es tan emocionante, como nos muestra el director Mark Levinson en el documental “Locos por las partículas”, filmado a lo largo de 7 años de seguir el trabajo de varios físicos teóricos y experimentales.

Con testimonios de los propios científicos, mezclados con bellas animaciones y editado por el veterano Walter Murch (de quien recientemente vimos su trabajo en “Tomorrowland”), “Locos por las partículas” se centra en el proceso que llevó, en 2012, al descubrimiento del bosón de Higgs, una partícula subatómica calculada hace casi 50 años por el físico teórico Peter Higgs, que básicamente explica el origen de la masa en toda la materia existente (el lector lo recordará tal vez por el apodo “partícula de Dios”, usado insistentemente por los noticieros en 2012).

El director Levinson, él mismo un científico convertido en cineasta, nos presenta a dos grupos de físicos: en esta esquina, los teóricos, que formulan en pizarrón, papel y computadoras de sus universidades, los modelos que explican el universo. En la otra esquina, los prácticos, trabajando en el CERN (la legendaria Organización Europea de Investigación Nuclear, donde, entre otras cosas, se inventó hace más de 20 años la ahora indispensable web mundial), al pie de los Alpes suizos, con el Gran Colisionador de Hadrones, un gigantesco anillo de metal superconductor de 27 km de diámetro, en el que se hacen chocar rayos de protones a velocidades cercanas a la luz, para medir las partículas resultantes. En otras palabras, los físicos prácticos se dedican a demostrar o destruir, literalmente, el trabajo de los teóricos.

Esto queda claro cuando vemos el desenlace, el 4 de julio de 2012: emociones desbordadas de todos los científicos involucrados que aplauden, se abrazan, se secan las lágrimas y están listos para continuar explicando de qué estamos hechos.

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