jueves, 15 de agosto de 2013

Los Ilusionistas: Nada es lo que parece **

(Now You See Me, Francia/EUA 2013) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

“Mientras más le buscas, menos le ves” es la frase que nos dicen al inicio y se repite varias veces en Los Ilusionistas. Bueno, al menos el director Louis Leterrier es honesto: mientras más le busca uno a su película de magos, robos, enredos y venganzas, menos cosas buenas le vemos.


Aunque el título para México nos dice que los personajes son ilusionistas, muy bien podrían ser verduleros y la historia sería la misma: cuatro personas muy buenas en lo que hacen son agrupados por un misterioso personaje, para montar robos millonarios, no por quedarse con el dinero en sí, sino para tronar al poderoso que alguna vez se le atravesó en el camino.


Resulta que los cuatro reclutas trabajan, cada uno por su cuenta, como magos en espectáculos de poca monta, como nos lo informa la secuencia inicial, donde vemos por separado a cada uno de los ilusionistas entretener y/o embaucar a sus respectivos públicos. Diez minutos después, se nos informa que ha pasado un año; ahora los ilusionistas se llaman “Los Cuatro Jinetes” y tienen un gran espectáculo de magia en Las Vegas, donde el broche de oro es el robo a un banco francés, a la vista de todo el público. Como el dinero ha desaparecido realmente en Francia, la Interpol envía a una hermosa detective francesa con ojos de ensueño ante los actos de magia (Mélanie Laurent, a quien vimos como Shoshana en Bastardos Sin Gloria),  para ayudar al escéptico agente de FBI asignado al caso (Mark Ruffalo, permanentemente sin bañar después de ser Hulk en Los Vengadores). El que ambos se caigan mal al principio y poco a poco se enamoren, viene con el territorio, por supuesto.


Mientras investigan a los Cuatro Jinetes, la detective francesa se entera que el robo podría estar ligado a un legendario mago neoyorkino que supuestamente murió unos veinte años antes, mientras trataba de escapar de una caja fuerte en el fondo del Río Hudson. De todos los magos que existen en los Estados Unidos, no queda claro por qué este mago podría ser de interés para la detective, excepto que es necesario para que la trama funcione: resulta que el acto donde el mago murió fue un intento por reivindicarse ante el público, luego de que sus secretos mágicos fueran revelados en un programa de televisión. El conductor de ese programa ahora sigue a los Cuatro Jinetes para hacer otro especial de tele donde descubra cómo logran sus increíbles ilusiones y/o robos. Entonces, para los detectives no existirá otra línea de investigación más que seguir a los Cuatro Jinetes y al conductor de televisión, esperando poder cacharlos en el truco. Es decir, pura inteligencia del FBI y la Interpol…


El director Louis Leterrier dedica el primer tercio de la película a mostrarnos a los magos realizando sus actos, que por sí mismos serían un buen espectáculo por el que vale la pena pagar el boleto, pero existe un problema: los trucos no son mostrados ininterrumpidamente, como usualmente se hace en los especiales de televisión dedicados a algún mago. Lo que vemos en pantalla son escenas donde resulta que hay alguien interpretando a un mago, apareciendo y desapareciendo cosas en el aire, pero en el cine ya estamos acostumbrados a que todo lo que vemos puede o no existir de verdad, sobre todo ahora que los efectos especiales y los dibujos animados por computadora han avanzado al grado de que son indistinguibles de los objetos y personas reales. Y como es un hecho que la magia no existe sino son trucos hechos por un ilusionista frente al público, pues resulta redundante el que una película presente a cuatro actores interpretando a magos que aparecen pañuelos, conejos, cartas, burbujas y dinero a partir de la nada. El director lo sabe y por eso mismo, la película no se trata de magia, sino de crimen, así que de la mitad en adelante, los Cuatro Jinetes y sus espectáculos desaparecen, literalmente, de la pantalla para dar pie a la historia del agente de FBI y la detective de Interpol.


Lamentablemente, así como desaparece la parte mágica, también se va sin explicación el personaje del millonario interpretado por el venerable Michael Caine, a quien siempre es una delicia ver y aquí no es la excepción. El director Leterrier intenta tapar este hoyote argumental con la presencia creciente de Morgan Freeman, quien interpreta al conductor de tele que gusta de descubrir a los magos y que es seguido por los dos detectives esperando resolver el caso. De modo que, para los espectadores que no se han distraído con la desaparición de los Cuatro Jinetes y sus trucos de magia dibujados por computadora, la película se resuelve fácilmente entre los personajes de Ruffalo, Freeman y Laurent. Pues sí: Todo es lo que parece.

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