jueves, 18 de julio de 2013

Titanes del Pacífico **1/2

(Pacific Rim, EUA 2013) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

“¡Los Transformers no les llegan a los talones a los Titanes!” – Román, 8 años.

Cuando yo tenía unos ocho años, de vacaciones en Guadalajara a mediados de los 1970s, ví en el cine una película maravillosa titulada GODZILA VS. MECAGODZILA. En ella, el famoso monstruo japonés se daba de catorrazos con otro mono gigantesco, igual que él, una robusta cachora parada, excepto que Mecagodzila era mecánico, hecho de metal. No recuerdo absolutamente nada de la historia, si es que la había. Pero la emoción de estar en una enorme sala de cine aplaudiendo, junto con cientos de niños, a cada trancazo que el buen Godzila le propinaba a su doble metálico, no se me ha olvidado. Me gusta pensar que entre esos chamacos  tapatíos andaba el pequeño Guillermo del Toro, que ahora en Titanes del Pacífico recrea esa emoción de ser testigo de las impresionantes peleas de tremendos monotes que destruyen todo a su paso, sólo por el gusto de hacerlo.

Del Toro no se anda con rodeos: en unos minutos nos cuenta cómo, en el tiempo presente, los kaijus, unos feos y gigantescos monstruos salen de una grieta en el fondo del Océano Pacífico, para destruir todas las ciudades costeras. ¿Por qué? Quién sabe. Rápidamente los países de la Cuenca del Pacífico nos ponemos de acuerdo (porque supongo que México también le entra al quite, al menos con petróleo) para construir unos monotes mecánicos con forma humana pero tan grandes como los kaijus. Estos monotes son en realidad armas de combate poderosísimas, que requieren ser manejadas por dos pilotos humanos, conectados el uno al otro mentalmente y que deben ser muy diestros en lucha cuerpo a cuerpo, ya que el monote replica todos los movimientos que los pilotos hacen en su interior, para sonarse de lo lindo a los horribles kaijus.

Aquí es donde la cinta de del Toro se hace o se deshace: los enfrentamientos de los Monotes del Pacífico (como ya la rebautizamos enque Diezmartínez) y los kaijus están despojados de toda lógica, si uno se la quiere buscar (y la película se deshace). Aunque cada pelea inicia a “puño” limpio de una manera salvaje, haga usted de cuenta cualquiera de Mike Tyson con todo y mordidas de orejita, rápidamente escala a duelos con balas, rayos mortíferos y, ya entrados en gastos, hasta espadotas. Pero los monos en pantalla son tan impresionantes y las escenas de pelea, a pesar de tanto trancazo, están tan salpicadas de detalles curiosos y emocionantes, que, definitivamente, la película se hace.

Y es que, parafraseando el diabólico dicho, del Toro está en los detalles. Ahí están el gusto del director tapatío por los intrincados mecanismos, los insectos y criaturas repulsivos, las escenas con punto de vista infantil y ese personaje autoritario pero a la vez paternalista y entregado (en este caso, el formidable actor británico Idris Elba, como el noble y aguerrido Mariscal Pentecost), los varios personajes locuaces, que son menores pero resultan clave en la trama (los dos excéntricos científicos/pareja dispareja) y por supuesto, Ron Perlman, en receso de Hellboy y haciendo aquí tres breves escenas en donde desquita cada centavo y se lleva, por cierto, los mejores aplausos y carcajadas de toda la cinta. Ah, no se vaya sin ver los créditos finales.

Guillermo del Toro no tendrá en Titanes del Pacífico su mejor película a la fecha pero sí un producto digno de provocar emociones cinematográficas genuinas en niños de ocho años. Y en uno que otro cuarentón.

2 comentarios:

Christian dijo...

De grande quiero ser como Guillermo del Toro

:)

Joel Meza dijo...

Chin, yo ya soy grande como del Toro... chance y más.