sábado, 29 de diciembre de 2012

La Vida de Pi - Doblada al Español

Si usted vio La Vida de Pi (Una Aventura Extraordinaria) doblada al Español para México, seguramente el acento del personaje principal le sonó conocido. No le busque más, el misterio está resuelto:

jueves, 27 de diciembre de 2012

Una Aventura Extraordinaria ***1/2


(Life of Pi, EUA / China 2012) Clasificación México ‘A’ / EUA ‘PG’.
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

¿Quiere que le cuente un cuento? Fui al cine y ví a un muchacho y un tigre juntos en una lancha, en altamar, durante más de 200 días. La película es Una Aventura Extraordinaria y a su vez cuenta la entretenida historia de Pi, un joven hindú que, desde pequeño, está inmerso en historias extraordinarias.

Historias extraordinarias, empezando por el origen del nombre del muchacho. No revelaré los detalles, ya que ahí hay una de las grandes carcajadas de la película, pero usted puede imaginar cómo el nombre Pi puede ser usado por los burlescos compañeros de escuela y no necesariamente pensando en el número 3.1416. Extraordinario también, que el director chino Ang Lee no se queda en la anécdota graciosa, sino que toma la idea y nos trae con ella una de las tantas hermosas imágenes que contiene la cinta y son usadas para elevar la historia a un plano mayor, el visual, al mostrar, por ejemplo, a un hombre nadando primero en el agua de una alberca y luego, de manera fluida, entre las nubes de un bello cielo azul. Esta escena, por cierto, es una de las que a lo largo de la película destaca por el uso de los efectos tridimensionales, junto con algunas más, pero todo el asunto de los lentes y el pago extra me sigue pareciendo injustificado para unos cuantos minutos de buen uso del efecto de profundidad, así que no urjo a nadie a que la vea en 3D.

Esta y las otras historias extraordinarias son contadas por un Pi adulto, el actor Irrfan Khan, por lo que sabemos de antemano que Pi sobrevive a su periplo marino. El pretexto expresado para tanto cuento es que, oyéndolos, uno terminará creyendo en Dios. Bueno, creo que aquí está la única pretensión exagerada y equivocada de la película, ya que uno termina entendiendo la necesidad de Pi y varios de los personajes de creer en Dios, pero la historia de Pi y el tigre, por la forma como está contada, no da para tanto en cuanto a pruebas de fé. Especialmente por la presentación que hace Pi de sí mismo, en su interminable adopción de cuanta religión se le atraviesa desde niño: catolicismo, hinduismo, islam, budismo, etc. El director Lee mantiene el relato de Pi bastante ligero y uno simpatiza inmediatamente con Pi, pero, inevitablemente, también con su padre, un pragmático hombre que basa su vida en la razón y en la ciencia. Así que realmente no se discute ni expone la existencia de Dios, sino la elección que hace uno de creer o no.

Justamente sobre esa premisa se construye toda la película. Quien escucha a Pi puede creer o no su fantástica historia, pero retarla no tiene ningún sentido. ¿Fue real su viaje por el mar y la compañía del tigre? Después de todo, Pi, versado desde pequeño en los simbolismos de las distintas religiones, especialmente la hindú, puede ver al tigre, al mar y sus criaturas (¿le suenan conocidas las ballenas como vehículo de redención?), a las islas salvadoras y las selvas inescrutables, como una representación de algo más. De que su historia es extraordinaria y sobre todo entretenida de principio a fin, lo es. Necesaria para aceptar trágicos hechos en su vida, también. ¿Necesaria para nosotros, que la escuchamos, nos reímos, entristecemos, asustamos y nos asombramos ante cada vuelta en el rumbo de Pi y el tigre en esa lancha? Bueno, para eso pagamos semana a semana nuestro boleto del cine, ¿no?

jueves, 20 de diciembre de 2012

El Hobbit: Un Viaje Inesperado *

(The Hobbit: An Unexpected Journey, NZ/RU/EUA 2012) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

No cabe duda: al director neozelandés Peter Jackson le gusta hacer las cosas en grande. Cuando, hace 11 años, adaptó para la pantalla grande el primer libro de El Señor de los Anillos, nos presentó una película de tres horas, con un extenso reparto multinacional, increíbles imágenes repletas de efectos especiales, personajes fantásticos dibujados y animados por computadora que se veían casi tan reales como los humanos en pantalla y, sobre todo, una excelente historia, que tomaba lo mejor de la novela y, como es costumbre en estos casos, condensaba, cambiaba, eliminaba o de plano inventaba escenas, siempre en beneficio de la narrativa fílmica. El que, después de tres horas en el cine, con salas llenas, el público salimos pidiendo más es testamento del, repito, gran trabajo de Jackson. En 2002 y en 2003 acudimos en masa al cine a ver las también excelentes adaptaciones de las dos novelas siguientes. Todo mundo feliz. Pues bien, ahora Jackson nos entrega, también en grande, la primera parte de tres de la adaptación de El Hobbit, la novela anterior a la trilogía del Anillo. Y nuevamente el resultado de la película es proporcional a su tamaño. Una falla descomunal.

Antes de continuar, quiero hacer una aclaración, estimado lector. Sí, leí la novela, hace años y sí, la disfruté enormemente. No recuerdo todos los detalles pero sí tengo muy presente la fascinación por Bilbo, ese pequeño personaje que, literalmente sacado de su zona de confort, se convierte en uno de los héroes más grandes de la Tierra Media, ese mundo inventado por J.R.R. Tolkien, habitado por humanos, hechiceros, duendes, elfos, enanos, dragones y demás monstruos de las mitologías europeas. Así que puedo reconocer algunas de fallas que tiene la película respecto a la historia que busca contar.

El primer problema es querer ser una “precuela” (que debería ser mala palabra) de la trilogía fílmica de El Señor de los Anillos. Esto a pesar de que han pasado 9 años desde el estreno de la tercera cinta y por lo tanto, existe ahora toda una nueva generación de niños que aún no ha visto El Señor de los Anillos y no necesita recordar glorias pasadas en una sala de cine. Pues bien, o mal, mejor dicho: desde el inicio de El Hobbit y durante sus 170 minutos, Jackson nos presenta hechos y personajes salidos o inspirados de escenas de El Señor de los Anillos.

Bueno, esto se entiende, dado el éxito de esas películas. Excepto que Bilbo, el Hobbit del título, prácticamente no aparece en El Señor de los Anillos (conste, estoy hablando de las películas pero también aplica a las novelas). Tampoco aparece ninguno de los enanos que forman la compañía a la que se une Bilbo para tener la aventura de su vida. En todo caso, de este grupo sólo hemos visto antes al hechicero Gandalf. Sin embargo, Jackson dedica todo un prólogo de unos diez o quince minutos a describirnos la vida de los enanos de la Tierra Media y las desgracias de Thorin, el destronado príncipe que busca volver a dar gloria a su gente, a través de recuperar el tesoro robado por el dragón Smaug. Más o menos en el estilo del prólogo y las historias de los reyes humanos en El Señor de los Anillos. Por cierto, un momento: ¿no se llama la película “El Hobbit”? Aparentemente Jackson piensa que Bilbo no tiene la fuerza, como personaje, para llevar toda la historia, ya que Thorin es en quien descansa el peso dramático y Bilbo es relegado, la mayor parte del tiempo, al papel de observador.

Igualmente, las distintas escenas “de acción” y de batalla terminan recordando a las que vimos en El Señor de los Anillos, intercaladas con largas y aburridas exposiciones de planes y motivos por parte de enanos, elfos y hechiceros, que se explican unos a otros sus razones para dejar de lado sus diferencias y firmar el Pacto por la Tierra Media. Nuevamente, el peso de Bilbo es hecho a un lado, a favor de presentar extensamente a cada personaje que veremos en pantalla. Estéticamente, las escenas de batalla y persecuciones molestan por el hecho de que los encuadres se mueven bruscamente de un lado a otro, de modo que uno termina cansado y confundido después de tanta sacudida.

Siendo justos, la película tiene su mejor momento, de hecho un momento excelente, en el encuentro de Bilbo con el Gollum, junto a un lago en el oscuro interior de la montaña. Bilbo, actuado por Martin Freeman, actor británico principalmente televisivo, y el Gollum, nuevamente interpretado con captura de movimientos y voz por el genial Andy Serkis, se podrían llevar la película en ese duelo de acertijos. Desgraciadamente, el magnífico episodio termina siendo aplastado por más de dos horas de rutinarias secuencias de exposición tediosa y acción vertiginosa y confusa.

Decía que cuando leí la novela, la disfruté enormemente, al grado de que no la pude soltar hasta que la terminé. No podía esperar a saber qué iba a pasar con Bilbo y compañía. Ahora, después de ver este bodrio que es la primera parte de la adaptación, no puedo ver cómo alguien quiera esperar a estar sentado otras seis horas en el cine. ¿9 horas en total? Hombre, leí el libro en menos tiempo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Buscando Un Amigo para el Fin del Mundo **1/2


(Seeking a Friend for the End of the World, EUA/Singapur/Malasia/Indonesia) Clasificación México 'B-15'/EUA 'R'
Calificación ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
La pregunta es típica: ¿qué harías si te quedaran X días para vivir? De ahí parten respuestas tan variadas como personas hay, seguramente. Sin embargo, tanto la pregunta como las respuestas asumen que sólo la persona que contesta va a morir y todos los demás nos quedaremos a ver el tiradero que dejó el muertito con su último deseo. En esta película, la pregunta se hace con el tema de moda en este diciembre: ¿qué harías si el mundo se fuera a acabar en tres semanas? Y luego nos lleva en un viaje con Dodge, su protagonista, mientras lo vemos decidir qué hacer con sus últimos días. Y como sus últimos días también, dentro de la película, son nuestros últimos días, nos pasamos el rato pensando qué haríamos nosotros.
 
La guionista Lorene Scafaria dirige su primera película sin apartarse mucho del tema que presentó en 2008 en Nick y Norah, Una Noche de Música y Amor: el muchacho sin mucho futuro conoce a la muchacha, no tienen nada en común pero "el destino" los une o, mejor dicho, deciden unirse en una jornada en la que intercambian ideas y deciden que son almas gemelas y no pueden vivir el uno sin el otro. En este caso, el muchacho no lo es tanto, con el cuarentón Dodge (Steve Carrell, de Virgen a los 40 o Loco y Estúpido Amor, ahora en plan serio, como lo vimos en Dan en la Vida Real) y la muchacha es la flaquita veinteañera Penny (Keira Knightley, de Piratas del Caribe). Además, ninguno de los dos tiene futuro, igual que el resto de quienes vivimos en el planeta, ya que justo al inicio de la cinta se nos informa que un asteroide chocará con la Tierra en exactamente tres semanas. Y pa' acabarla, el personaje de Carrell, Dodge, es vendedor de seguros. Ante el fin del mundo, he ahí una mala elección de carrera...
 
Lo que sigue después del fatidico anuncio inicial consiste en una serie de viñetas en las que vemos a Dodge deambular, solo, de su casa al trabajo para hacer llamadas telefónicas a posibles clientes ("¿el seguro me cubre eventos apocalípticos?") o bien, asistir a juntas en que se ofrece subir de escalafón simplemente porque ya no importa quién ocupe el puesto. Dodge regresa a su casa para encontrar a su sirvienta limpiando afanosamente: "compre más Windex". Aún cuando vemos el ocasional ataque de nervios en alguno de los personajes marginales, es sorprendente lo bien que la mayoría de los personajes que Dodge encuentra han tomado la noticia del fin del mundo pero, pensaba yo mientras veía la película, ¿cómo lo tomaría yo?
 
El planteamiento de la directora Scafaria da para esto, no sólo por el tema sino por las opciones que nos presenta entre los conocidos de Dodge ("comer y beber lo que sea", "ponerme todas las joyas que tengo", "ligarme a cuanta chamaca se me atraviese"). El propio Dodge no sabe qué hacer ante tal buffet, hasta que conoce a Penny, su flaquita vecina inglesa, que sólo quiere regresar a Inglaterra para morir junto a su familia. Dodge está tan solo en su indecisión sobre sus últimos días, que acepta la compañía de Penny.
 
Es claro, desde que se conocen, que eventualmente (es decir, antes de tres semanas) Penny y Dodge se involucrarán románticamente, por lo que creo que algunos de los elementos que Scafaria inserta en su historia son innecesarios, dadas las motivaciones de ambos personajes. Para empezar, se conocen de una forma típica en las comedias románticas, por accidente y de una forma completamente extraordinaria que inmediatamente deja claro en Dodge que esta muchacha es especial. Bueno, si el mundo fuera a terminar en tres semanas y usted estuviera solo, ¿no le parece que cualquier vecina atractiva sería alguien extraordinario para conocer? De cualquier manera, Penny decide que Dodge tiene que tener un motivo para continuar y juntos se embarcan en un viaje por carretera, de esos que en las películas sirven a un par de desconocidos para descubrirse como destinados el uno al otro.
 
Naturalmente, en el camino encontrarán a una serie de personajes interesantes o extraños, pero cómo no serlo si el mundo se va a acabar, ¿no? Aun así, Dodge y Penny siguen juntos, contándose sus penas en esa interminable (es un decir) espera para el impacto final. El resultado va de pláticas triviales a profundas, diseñadas no sólo para entretenernos, sino también hacernos pensar. Es inevitable, ante algunas de las situaciones presentadas, especialmente la que tiene que ver con la familia de Dodge, ponerse inmediatamente en su lugar y pensar: "en vida, hermano, en vida". Curiosamente el personaje de Penny no tiene esta distinción y funciona sólo como un motivo de Dodge para seguir adelante. Tanto así, que lo que uno adivina que va a pasar con ella, finalmente pasa.
 
Disfruté de la determinación de la directora Scafaria en seguir adelante con su premisa hasta el final, por lo que me pareció innecesaria una revelación que ocurre hacia los últimos minutos de película pero que no cambia en nada ni a los personajes ni a la historia. Esta película, finalmente, me hizo recordar otra con un tema similar, Presagio (Alex Proyas, 2009). En ella, sólo Nicholas Cage sabía que el mundo se iba a acabar. El resto no lo sabía. Uno, como espectador, también se preguntaba "¿yo qué haría?" Lo mejor de Buscando un Amigo Para el Fin del Mundo es que la pregunta se convierte a plural: "¿Qué haremos con las tres semanas que nos quedan?" Sería bueno preguntarse, más bien: "Y ¿cómo sabes que de veras vas a durar las tres semanas?" En vida, hermano, en vida.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El Origen de los Guardianes *


(Rise of the Guardians, EUA 2012) Clasificación México 'AA' / EUA 'PG'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
Confieso que no tengo idea de quién es Jack Frost ni por qué en esta película, El Origen de los Guardianes, el mentado Frost es comparable a Santa Claus o el Conejo de Pascua, que es básicamente lo que plantea. Y ya que estoy en esto y después de haber visto la película, confieso que sigo sin saber por qué se supone que Santa Claus y el Conejo de Pascua están en el mismo nivel que el ratón de los dientes o el de Juan Pestañas. Sin embargo, eso es lo que nos propone este amasijo de ideas y escenas “de acción”, disfrazado de película para niños.

Según la película, Jack Frost es una especie de fantasma juguetón, responsable de hacer caer copos de nieve y congelar las ventanas de las casas en el invierno, en los lugares donde los inviernos son tan helados como para que caiga nieve, por supuesto. Un mal día, otro fantasma, pero este maligno, intenta apoderarse de los sueños de los niños de todo el mundo y reemplazarlos por pesadillas, con el único fin de ser conocido y reconocido en todo el mundo como… El Coco. Entonces, nada menos que Santa Claus entra al quite, encabezando un escuadrón de contraataque, formado por Jack Frost, el Conejo de Pascua, el hada de los dientes (la versión gringa del ratón de los dientes) y el Arenero, o Sandman, como llaman, sin traducción, en la versión doblada al Español, al tipo que se supone echa arena en los ojos de los niños para hacerlos dormir  y producirles dulces sueños (yo lo conozco como Juan Pestañas también, por cierto).

Aparentemente, la razón por la que Santa Claus se hace acompañar de este ecléctico grupo es que tienen en común que los niños de todo el mundo creen en ellos y eso les da la fuerza para derrotar al Coco. Dejemos de lado, por un momento, el hecho de que Santa Claus y el Conejo de Pascua son personajes ligados desde hace siglos a festividades cristianas y, aunque sus versiones americanizadas son probablemente conocidas en buena parte del mundo, por la globalización del entretenimiento estadounidense, definitivamente no representan nada en la fe de países asiáticos y africanos y difícilmente forman parte del imaginario de los niños en esas regiones, contrario a la idea en la que descansa toda la película.

La verdad, eso no importa cuando lo que El Origen de los Guardianes busca es solamente ligar una serie de escenas de introspección por parte del protagonista, Frost, con otra serie de escenas de acción vertiginosa donde la cámara subjetiva se mueve incansablemente, lanzándonos a altas velocidades un montón de imágenes borrosas, diseñadas para justificar el efecto tridimensional con que se vende la cinta. Y esto es una lástima, por dos razones. Primero, el diseño de arte, especialmente en los escenarios del taller de Santa Claus y el palacio del hada de los dientes, parece muy interesante y digno de contemplar, si tan sólo la cámara dejara de moverse por un minuto. Se nota que el director Peter Ramsey sucumbió a la idea de que para transmitir la emoción de la acción, la cámara tiene que estar moviéndose rápidamente todo el tiempo.

Y la segunda razón por la que Ramsey debió dejar su cámara virtual (es una cinta dibujada y animada en pantallas de computadora, pues) quieta por más tiempo, está en el lucimiento que se pudo haber dado al trabajo del excelente cinefotógrafo Roger Deakins (de quien acabamos de ver la magnífica fotografía de 007 Operación Skyfall), que aquí fungió como consultor de imagen, aplicando sus conocimientos y experiencia al proceso de producción de las distintas secuencias, recomendando a los dibujantes y animadores, la iluminación adecuada y la saturación de colores requerida para cada situación. Para que usted se dé una idea de lo que pudo ser, vea la secuencia  inicial, donde vemos a Jack Frost por primera vez: cómo la luz de la Luna da una tonalidad plateada y mágica a los juegos de Frost. O bien, la escena donde el brillante Jack enfrenta al gris Coco en su oscuro y lúgubre palacio. El maestro Deakins, igual que lo hizo antes para Cómo Entrenar a Tu Dragón, lleva el cine animado por computadora a un plano más elevado, visualmente hablando. La banda sonora también merece mención aparte, especialmente en las escenas del Coco, que en la película aparece a veces como una persona y a veces como una sombra, con su voz cambiando de volumen, tono y punto de origen conforme el fantasma se mueve por la pantalla. Una delicia para el oído.


Lamentablemente el director Ramsey no confía en la fuerza de la conmovedora historia del origen de Jack Frost (según la película) para enfrentar al malo y decide recurrir a la invención de motivos falsos y hasta cierto punto egoístas, para Santa Claus y el Conejo de Pascua. De acuerdo a la premisa de la cinta, lo que mueve a Santa Claus y al Conejo de Pascua, igual que al Coco y a Frost, es que los niños crean en ellos. Hombre, para eso, Peter Pan y Campanita lo contaron ya y de una mejor manera, ¿no cree?

sábado, 1 de diciembre de 2012

Argo ***


(Argo, EUA 2012) Clasificación México 'B' / EUA 'R'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
La vida imita al arte y viceversa, no cabe duda. Durante la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán, de 1979 a 1981, la CIA y el gobierno canadiense intentaron rescatar a seis diplomáticos estadounidenses, haciéndolos pasar por un grupo de cineastas que supuestamente visitaban Tehrán en busca de locaciones para una película de Hollywood. Pues bien, ahora tenemos a Hollywood presentándonos la película "basada en los hechos reales", como dicen.
 
Ben Affleck, quien inició su carrera en Hollywood por la puerta grande, hace quince años, como oscareado co-guionista (y actor secundario) de Mente Indomable (Good Will Hunting, 1997), duró varios años construyendo una carrera como limitado actor de cintas taquilleras, que le sirvieron para eventualmente empezar a producir y dirigir sus propias películas, debutando con la impresionante Desapareció Una Noche (Gone Baby Gone, 2007) y continuando con la excelente Atracción Peligrosa (The Town, 2010). Así que podemos decir que el joven Mr. Affleck conoce, desde chamaco y desde adentro, cómo se mueven los hilos en Hollwywood.
 
Affleck pone a buen uso su experiencia como productor, director y hasta como actor poco expresivo, para contar y protagonizar la historia de Tony Méndez, un agente de la CIA especializado en rescates de estadounidenses en zonas de alto riesgo, que estuvo a cargo de montar toda la historia falsa de los supuestos cineastas y también ejecutó la operación de extracción, directamente en las calles y aeropuerto de Tehrán.
 
Un barbado Affleck, con cara de jugador de póker, resulta efectivo como el espía que no debe llamar mucho la atención, por más tensa que sea la situación. Y vaya que es tensa, en medio de la crisis diplomática más fuerte que haya enfrentado Estados Unidos con Irán. Las primeras escenas prácticamente rayan en el documental y conforme avanza la película se mantiene ese aire de realismo "no ensayado", intercalado con escenas más clásicas de este tipo de películas de suspenso. Sin embargo, hacia el final, Affleck cede a la tentación de convertir el suspenso en cine de aventuras, con una improbable escena de persecución, para terminar con un anticlimático epílogo que, evidentemente, hace homenaje al protagonista de la vida real. Afortunadamente nada de esto demerita el impacto del drama presentado y Argo se convierte en un nuevo escalón en la brillante carrera de su director.