sábado, 27 de octubre de 2012

Amigos **1/2

(Intouchables, Francia 2011) Clasificación México ‘B’
****Excelente ***Buena **Regular *Mala

He aquí otra demostración de que el chiste no está en su originalidad, sino en cómo se cuenta. Amigos es la típica película de la pareja dispareja, los amigos del título, que al principio se odian pero terminan siendo inseparables y, de paso, salvándose la vida mutuamente. El que estos amigos sean interpretados por los carismáticos actores por François Cluzet y Omar Sy hace que casi todo lo demás salga sobrando, incluyendo la historia de la vida real en la que está basada.

François Cluzet interpreta a Phillippe, un maduro millonario tetrapléjico que contrata, de todos los posibles asistentes personales, a Driss, un chamaco barriobajero bueno para nada. Un ni-ni, pues. El veinteañero Driss, renuente al principio, aprenderá de Phillippe el valor de la buena vida y la lealtad, mientras que el viudo y estirado Phillippe aprenderá a deschongarse mientras cambia a Vivaldi por Earth, Wind and Fire y el tanque de oxígeno por los cigarros de mariguana que Driss le comparte.


Dirigida a cuatro manos por Olivier Nakache y Eric Toledano, a partir de la historia real de un millonario francés y su ayudante, quienes en su momento escribieron sendos libros acerca de su relación, Amigos se ha convertido en el trancazo taquillero francés más grande de los últimos años, tanto en su país de origen como fuera de él. ¿Se lo merece? Mire, la historia no me pareció nada del otro mundo, ni los recursos para contarla son extraordinarios: una serie de escenas anecdóticas, más o menos ligadas unas con otras para cumplir con la fórmula de la pareja dispareja. Por aquí y por allá, momentos de confesión, para darle drama y tensión al asunto y, como marco de todo, los siempre bienvenidos bellos paisajes parisinos. Pero el gran acierto, repito, está en el trabajo del Cluzet y Sy. Juntos, nos hacen reír, pensar y, si usted quiere, hasta llorar un poquito por el valor de la amistad. Nada mal en una cartelera plagada de excesos de todo tipo.

viernes, 26 de octubre de 2012

Frankenweenie ***1/2

(EUA, 2012) Clasificación México ‘A’ / EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Qué mejor manera de llegar al cierre de Octubre, que con una película que es compendio de lo mejor de las matinés de monstruos del siglo XX: Frankenstein, Drácula, el Monstruo de la Laguna Negra, Gamera (esa tortuga gigantesca, competencia de Godzilla), etc. Y si la película es, además, una colección de lo mejor de Tim Burton, ese director y productor que nos dio a Beetlejuice, a Eduardo Manos de Tijera, al mejor Batman del cine, a los muñecos animados Jack Skellington y el Cadáver de la Novia, al Jinete Sin Cabeza y al sangriento barbero Sweeney Todd, pues, dirá usted, qué más se puede pedir.

La historia es sencilla: Víctor es un niño que prefiere la compañía de su perro Sparky a la de los otros niños. Un día, Sparky sufre un accidente y muere, para gran dolor de Víctor. Inspirado por su excéntrico maestro de ciencias, Víctor intenta y consigue revivir a Sparky, usando la electricidad de un rayo. Así, Sparky vuelve a ser el mismo de antes. Claro, si uno no se fija en los remiendos por todo el cuerpo y los postes de batería que le salen del cuello. La idea queda más clara si notamos que el apellido de Víctor es… Frankenstein.

Tim Burton, bajo la casa Disney, vuelve por sus fueros en más de una forma. En primer lugar,  escoge contar su historia usando animación tradicional de muñecos de plastilina (y látex), combinando muy bien algunos efectos probablemente dibujados por computadora, sin que se noten las costuras, por así decirlo.  Segundo, el diseño de los personajes, tanto humanos como animales, nos recuerda lo mejor de sus películas Beetlejuice, Eduardo Manos de Tijera, El Extraño Mundo de Jack y El Cadáver de la Novia.  Tercero, el protagonista vuelve a ser una persona antisocial, extraña y con algún tipo de habilidad extraordinaria. Cuarto, su comedia nunca recurre al chiste barato, incluso cuando se vale de ciertas “gracias” sacadas de la caja de arena de un gato síquico. Y quinto, el constante homenaje/inspiración/copia/saqueo, llámelo como usted quiera, del cine de monstruos del siglo XX, empezando por el legendario Vincent Price en la imagen del maestro de ciencias de Víctor, hace de Frankenweenie una delicia para cualquier fanático de las antiguas matinés y a juzgar por las reacciones del público infantil en la función a la que asistí, también de los pequeños nuevos buscadores de emociones en la pantalla grande.

viernes, 19 de octubre de 2012

Asesino del Futuro ***1/2

(Looper, EUA/China 2012) Clasificación México ‘B-15’ / EUA ‘R’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Desde los inicios del cine, los viajes en el tiempo han sido un tema favorito, tanto de los cineastas como del público. Incontables comedias, dramas, melodramas, tragedias, cintas de acción y hasta de terror con el recurso del viaje en el tiempo han pasado por las pantallas de todas las generaciones del siglo XX y lo que va del XXI.  De manera natural aunque no necesaria, la ciencia ficción ha servido como base para los saltos temporales fílmicos y ahí es donde muchas películas se tropiezan: ciencia mal sustentada dentro de la ficción presentada, termina dando más problemas que ayudando a una narración absorbente. Y justo ahí es donde Asesino del Futuro acierta, dando por hecho el elemento científico y centrándose en personajes e historia.

El año es 2044, el lugar es Kansas y el personaje es Joe. Su trabajo es ser asesino a sueldo. Joe tiene unos treinta años y usa una especie de escopeta recortada para ejecutar a sus “trabajos” en un vasto campo de maíz y luego se deshace del cuerpo en algún horno industrial anónimo. En el primer minuto de película, la voz de Joe, impuesta sobre las imágenes, nos explica lacónicamente y sin ninguna emoción, como quien lee los ingredientes de una receta, que “en el futuro” se ha inventado el viaje en el tiempo y sus víctimas le son enviadas desde treinta años adelante, es decir, alrededor de 2074. El sólo mata a quien le mandan del futuro y cobra su sueldo. Después regresa a la ciudad a vivir su buena vida de soltero, con buena ropa, buenos carros, buenos amigos y amigas buenas. Sin embargo, así como Joe nos describe al principio el invento del viaje en el tiempo, sin ninguna emoción, así vive sus días. El dinero que gana le sirve para una vida holgada en el presente y para las drogas que parecen darle la diversión que le falta en todo lo demás.

Si usted no ha visto la película y no sabe nada más al respecto, le pediré que deje de leer aquí. Trabajar de asesino a sueldo ciertamente tiene sus riesgos y más si las víctimas provienen del futuro. Siempre existe la posibilidad de que uno de los encarguitos sea, alguien bastante cercano… uno mismo, pues. Joe lo sabe y acepta que eventualmente se tendrá que cerrar el ciclo. De ahí el título en Inglés, Looper, como Joe y sus colegas llaman al asesinado cuando resulta ser él mismo, treinta años más viejo. Cuando el asesino se da cuenta que el sentenciado del futuro es él mismo, sabe que está cerrando un ciclo (loop, en Inglés).

Tal vez por eso, a pesar de la excelente paga, Joe no disfruta su vida si no es con la ayuda de la droga. Sin ella, todo es rutina y monotonía. Su mirada, sus gestos y su voz lo hacen más que evidente. Y aquí es donde está el mayor logro de Asesino del Futuro como película. Joe, a los 30 años, es interpretado por Joseph Gordon-Levitt, a quien vimos recientemente como el probable Robin en la más reciente película de Batman. Gordon-Levitt nos ofrece una presencia monótona pero siempre decidida, especialmente cuando habla. Es sorprendente cómo la manera breve, cansada y cínica en que dice sus líneas nos recuerda a un joven Bruce Willis, lo cual no es coincidencia, ya que el Joe de 2074 es, precisamente, interpretado por Bruce Willis. Maquillaje aparte, Gordon-Levitt encarna perfectamente a ese tipo de personaje cínico, discreto y económico que Bruce Willis ha perfeccionado en tres décadas de carrera fílmica. De hecho, cuando Gordon-Levitt no habla y en la pantalla aparece un acercamiento de su cara, el maquillaje aplicado para hacerlo parecido a Bruce Willis (básicamente nariz y cejas), se vuelve algo molesto y distractor. Pero tan pronto como empieza a hablar, la magia de la actuación hace su trabajo y podemos creer que el joven Joe y el viejo Joe son la misma persona.

En cuanto al uso de la ciencia ficción, el director y escritor Rian Johnson acierta al simplificar el asunto: “en el futuro se ha inventado el viaje en el tiempo”. Punto. Si algún espectador quiere una explicación de cómo funciona o cómo es posible, entonces no ha sido enganchado por la historia. Y Rian Johnson sabe lo que hace al contar su historia, definitivamente, para hacerla tan absorbente que las explicaciones salen sobrando. Especialmente con cierta condición de algunos de los personajes, que nos hace ver que lo que nos presenta no es nuestro futuro sino un futuro de alguna humanidad alterna, que termina inventando los viajes temporales pero también sucumbiendo al crimen generalizado. Dónde empezó todo y cómo llegó esa sociedad al punto de usar los viajes en el tiempo para actos criminales, es realmente lo que nos debe interesar. Justamente mi tipo favorito de ciencia ficción: menos ciencia, más ficción especulativa.

viernes, 12 de octubre de 2012

Suave Patria *


(México 2012) Clasificación México ‘B’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Ahí le paramos, hubieran pensado los involucrados en Suave Patria al ver que sus ideas no daban para un largometraje, al menos no para uno gracioso, interesante y bien hilado. Dos actores sin talento, dos criminales de cuello blanco, dos policías judiciales y dos mujeres semiguapas y semigraciosas son mezclados en una historia mal armada y peor contada, que sólo hace reír cuando Héctor Suárez aparece en pantalla encarnando uno de sus personajes neuróticos que le dieron tanto éxito en la serie televisiva ochentera ¿Qué Nos Pasa?

¿Qué nos pasa? también se lo hubiera preguntado Francisco Javier Padilla, el director que en su primera película no muestra mano para la narrativa coherente, ya que Suave Patria da bandazos entre comedia (es un decir, ya que los únicos chistes que cuajan, como dije, son los que Héctor Suárez se saca de la manga usando de patiño al desperdiciado Héctor Jiménez), película de acción con todo y débiles premisas (¿por qué "el malo" necesita a dos actores para cometer un crimen, cuando tiene en reserva a los verdaderos criminales esperando a la vista de todos?), melodramas no resueltos (¿hubo o no triángulos o cuadrados amorosos entre los malos?) y hasta road movie (¿de qué sirve ver a los personajes ir por la carretera, cantando canciones rancheras de Diego Verdaguer? Y ese pleito capulinesco en la cantina...). Claro que Padilla no resiste la tentación de meter el realismo mágico chilango, con todo y personajes exóticos, como el bailarín azteca vestido de la Mujer Maravilla que hace Luis Felipe Tovar, además un inútil y redundante narrador omnisciente.
 
¿Qué nos pasa? finalmente se hubieran preguntado Omar Chaparro y Adrián Uribe, que como pareja dispareja resultan bastante parejos y sólo porque se la pasan diciendo que son distintos uno del otro, tenemos que seguirles el juego, como termina dándose cuenta la joven y desabrida actriz Karla Souza, una guapa ojiverde que tampoco tiene mucho personaje con qué trabajar. Tal vez Padilla pensó que nos conformaríamos con ver a la güerita y a los famosos actores televisivos. Mejor ahí le paramos.

Búsqueda Implacable 2 **1/2

(Taken 2, Francia 2012) Clasificación México ‘B-15’ / EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

En 2008, al inicio de la película Búsqueda Implacable, Liam Neeson advierte por teléfono a un incauto secuestrador:  ”si no sueltas a mi hija, te buscaré, te encontraré y te mataré”.  Y lo que siguió fue una emocionante y frenética búsqueda por las calles parisinas, en la que el personaje de Neeson hizo gala de todos sus recursos como ex agente de la CIA, para encontrar y matar, uno a uno, a los miembros de la banda de plagiarios que osaron llevarse a su querida hijita. Uno esperaría que una persona normal, después de un trauma como ese, en la siguiente película no dejaría salir a su hija ni a la esquina, por años. Pero como Liam Neeson y su hija (sus personajes pues) no son nada normales, sólo queda preguntar “¿no me digas que te volvieron a secuestrar?”
 
Pues sí, qué le vamos a hacer. Esta vez, durante unas vacaciones familiares a Estambul, Neeson se topa con el papá de los secuestradores originales, que busca venganza contra el desalmado gringo asesino de su docena de chamacos (aproximadamente: no llevé la cuenta de los muertos en la primera película), que son enterrados en su pueblo albanés y llorados por toda la familia, como si hubieran sido unas blancas palomitas. El patriarca albanés usa sus corruptas influencias en suelo turco, para capturar a Neeson y familia, ya que, además de la hija adolescente (la veinteañera Maggie Grace, que tiene la gracia de seguir aparentando 18 años), lo acompaña su ex esposa. Si usted recuerda la primera película, pensará que no hay razón para llevar de vacaciones a la ex esposa, que básicamente era una odiosa arpía. Bueno, considere usted que la ex esposa sigue siendo la hermosísima Famke Jannsen y no hay que buscarle más. Y así, con los criminales amenazando a sus dos mujeres, Liam Neeson tiene el pretexto perfecto para volver a dejar una estela de muerte autojusticiera.
 
El problema es que, a diferencia de la primera película, en que el personaje de Neeson presumía de una gran imaginación para ir matando al bruto que se le ponía enfrente, en esta segunda parte las ejecuciones se limitan al uno-dos del madrazo y el balazo. Igualmente, en la primera cinta Neeson echaba mano de sus recursos de espía para ir armando el rompecabezas que le permitiría llegar hasta su hija cautiva, enfrentándose incluso a las corruptas autoridades francesas. Ahora, en suelo turco, tal vez no desea meterse en problemas diplomáticos y, fuera de dos entretenidas secuencias en que le da metódicas instrucciones a su hija para localizar el escondite de los malos, su modo de operar se vuelve rutinario, al grado de confesar, ya con otra docena de muertitos a cuestas, que todo el asunto le resulta cansado. Creo que aquí tenemos al escritor y productor, el francés Luc Besson, confesando y dándose cuenta de lo que permea desde la pantalla hacia el público: a nosotros también nos cansa. Si no fuera porque albergo la esperanza de que en la siguiente película Neeson y familia se vengan de vacaciones a México, para que se eche al plato a una docena de secuestradores nacionales, yo diría que mejor ahí le paren.

viernes, 5 de octubre de 2012

Hotel Transilvania **

(Transylvania Hotel, EUA 2012) Clasificación México ‘AA’ / EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Supongo que hay una razón por la que Drácula nos ha fascinado por generaciones: el miedo que nos provoca su maldad pura. El cine ha sido el vehículo por excelencia del vampiro humano, condenado a vivir por siempre en las sombras, eludiendo a los cazavampiros. Supongo también que era cuestión de tiempo para que viéramos, entonces, una película donde Drácula encuentra la solución al acoso de los hombres buenos. Así que tenemos ahora a Drácula como el administrador de un hotel para monstruos, que ofrece un refugio a los perseguidos como él. El problema es que, además, tiene una hija adolescente. Y la película no sabe qué hacer con las dos ideas.

Hotel Transilvania, cinta dibujada y animada por computadora, presenta una muy buena idea con potencial cómico, un hotel escondido en las montañas europeas, donde los monstruos tradicionales (también de fama cinematográfica) pueden vacacionar,  alejados de los humanos que, de plano, no entendemos que los monstruos no son malos y también tienen sentimientos. Ahí se dan cita el Hombre Lobo, la Momia y Frankenstein, entre muchos otros que permanecen anónimos durante la película, para… bueno, para no hacer nada, excepto entrar y salir de cuadro, decir un par de líneas graciosas y desaparecer nuevamente, hasta el siguiente chiste.

Mientras tanto, la película dedica la mayor parte de su tiempo al conflicto que tienen Drácula y su hija adolescente, que quiere vivir aventuras por el mundo. Verá usted, el problema de Drácula es que su esposa murió trágicamente (y cómo podía ser de otro modo…) cuando la niña era bebé, lo que convirtió al viejo conde en un padre sobreprotector, que no la deja asomar sus colmillos ni a la puerta.

Haga de cuenta Buscando a Nemo, pues. Excepto que en vez de peces, son vampiros. Y administran hoteles. Y los clientes son monstruos. Que no son aprovechados en la película. Ah, y la hija adolescente se enamora de un humano ni-ni. Eso sí es de dar miedo.