jueves, 27 de septiembre de 2012
Resident Evil 5:La Venganza *
jueves, 20 de septiembre de 2012
Ted ***1/2
viernes, 14 de septiembre de 2012
El Gran Robo **1/2
(Flypaper, EUA 2011) Clasificación México ‘B’ / EUA ‘NR’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Hay una tradición en el cine estadounidense de hacer películas de grandes robos, generalmente en tono de comedia o de aventura, sirviéndose de un reparto más o menos extenso encabezado por una o dos estrellas hollywoodenses (por ejemplo, los “once” de Ocean, en La Gran Estafa, con George Clooney, Brad Pitt y compañía). El Gran Robo es una de esas películas, extrañamente publicitada como una comedia romántica protagonizada por la bella reaparecida Ashley Judd y Patrick Dempsey, favorito de las damas en los últimos años por su personaje en la televisiva Grey’s Anatomy. Pero no se vaya usted con la finta: El Gran Robo es una comedia de grandes robos con todas las de la ley.
Desde la primera escena, una tarde en el interior de un gran y lujoso banco, se nos va mostrando, uno por uno, la galería de personajes que se involucrarán en la historia. Saque la cuenta: por el lado del banco, las dos cajeras (Ashley Judd una de ellas), el gerente, el subgerente, el guardia de seguridad y el programador de Informática; por el lado de los clientes, un sospechoso tipo de cachucha, una hermosa dama rubia en vestido rojo y Patrick Dempsey, también de aspecto sospechoso por sus lentes oscuros; por el lado de los ladrones, vemos a tres tipos entrar furtivamente por la puerta de servicio, disfrazados de personal de mantenimiento, con armamento y equipo especializado. También vemos entrar por la puerta principal a dos hombres cuarentones con un aspecto nada decente: tatuados, vestidos con mezclilla y camisetas de bandas de rock, uno rapado y barba de candado, el otro con terrible corte de pelo, que inmediatamente sacan escopetas y anuncian el clásico “esto es un asalto”, para sorpresa de los otros tres ladrones de apariencia mucho más “profesional”. Efectivamente, hay dos asaltos independientes ocurriendo en el mismo banco, al mismo tiempo.
El director Rob Minkoff (que nos diera El Rey León, Stuart Little 1 y 2) escoge, en su primera película fuera del sistema hollywoodense, irse por la fórmula y, una vez presentados estos personajes, dedica la siguiente hora y media a desarrollar los dos robos al banco, sirviéndose de comedia desbordada en la que los tres bandos (rateros A, rateros B y rehenes) toman turnos para enfrentarse unos a otros o aliarse intermitentemente, rehenes con rateros A, o bien, con rateros B, o rateros con rateros, de modo que las cosas eventualmente se salen de control para todos. Un elemento de las películas de robos es el personaje que va explicando lo que va a ocurrir o lo que ha ocurrido. Así, la diversión es constatar cómo se va concretando el plan o bien, cómo va fallando. Este papel le toca a Patrick Dempsey, un hombre que sufre de desorden obsesivo compulsivo y no puede dejar de notar todo lo que sucede a su alrededor.
La película logra exitosamente crear simpatía por ambos bandos de ladrones, unos por su ingenuidad desesperante y los otros por su excesiva fijación por el “profesionalismo rateril”. Curiosamente, no sucede lo mismo con el grupo de rehenes, que son presentados más bien como gente molesta, latosa, indeseable y poco empática. Con tantos personajes es difícil mantener un ritmo narrativo que consiga el interés por todas las historias y el director Minkoff sale mejor librado cuando nos muestra lo que está pasando con los dos grupos de ladrones, así como con las hilarantes interrupciones ocasionales del personaje de Dempsey. Sin embargo, el supuesto (y anunciado en el poster) romance entre su personaje y el de la cajera Ashley Judd, no es más que un accesorio para el personaje de Dempsey, ya que se le dedica muy poco tiempo de pantalla.
Lamentablemente, en el último tercio de película, las explicaciones para que todas las historias encajen se van volviendo demasiadas y la genial comedia de la primera hora se empieza a diluir, hasta que ya sólo nos queda el recuerdo y la simpatía por los personajes que nos hicieron reír tanto unos minutos antes. El final anuda todo de manera forzada y predecible, lo que me hace pensar que Minkoff no supo o no quiso aprovechar la libertad que le podía dar el trabajar sin la presión de un gran estudio de Hollywood por hacer brillar a sus estrellas. Supongo que, finalmente, los propios actores Dempsey y Judd habrán bastado para hacer esta presión. Sin ser su historia lo más importante en la película, sus rostros son los únicos que aparecen en el cartel. ¿Injusto para los demás actores? Más injusto para nosotros, que vemos cómo la comedia va de más a menos, hasta desaparecer.
jueves, 6 de septiembre de 2012
Posesión Satánica *1/2
Ya entrados en gastos por los títulos atrayentes, claro que ningún admirador de El Exorcista se puede perder la oportunidad de ir al cine a ver una película sobre posesiones satánicas. Oh, el engaño.
Efectivamente, en esta cinta del director danés Ole Bornedal hay una posesión demoniaca pero el chamuco en cuestión resulta ser un espíritu chocarrero que ha estado encerrado en una caja de madera por casi dos siglos. Cuando una niña de unos 10 años encuentra la caja, la abre y el canijo espíritu se le mete en el cuerpo y se apodera de su voluntad, al atribulado papá de la niña no le queda otra que buscar ayuda profesional… con un aprendiz de rabino/cantante rappero de Nueva York. El papá también se da tiempo de tratar de recuperar el amor de su ex esposa, quien a su vez tiene un nuevo novio ortodoncista que, por supuesto, es odioso sólo porque este tipo de divorcios de película hollywoodense así lo requiere. Y por si fuera poco, el papá de la niña poseída se parte en tres para llegar temprano a la función de baile escolar, donde su otra hija, la bonita, actuará.
Sí, adivinó usted: a Posesión Satánica le sobran muchas cosas. Tan sencillo que hubiera sido contar la historia de la niña poseída; un poco acerca del demonio infractor; otro poco del papá y otro poquito de los rabinos exorcistas. Seamos honestos: todos vamos a estas películas para ver qué tantos estragos causa el demonio y luego ver cómo lo obligan a dejar el cuerpo de la persona poseída. No voy a decir más, excepto que, entre lo que a Posesión Satánica le sobra, está todo el tiempo que nos muestran al chinche espíritu chocarrero. Parece que no han aprendido que lo que más nos atrae es, precisamente, lo que no nos dejan ver.
Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros ***
(Abraham Lincoln, Vampire Hunter, EUA 2012) Clasificación México ‘B-15’ / EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Hacia el último tercio de película, con los héroes peleando a trancazo limpio contra una parvada de vampiros humanos, en un veloz tren cargado de balas de plata y a punto de descarrilar sobre un elevado puente en llamas, me asaltó la idea de que el espectáculo ya estaba empezando a ser demasiado. En eso, me cayó el veinte… estoy viendo una película titulada nada menos que Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros. ¿Pues qué esperaba?
No hay engaño: la película trata sobre la vida de Lincoln, tanto antes como después de llegar a la presidencia. En el camino, conocemos cómo se le sembró el germen libertador, cómo conoció a su futura esposa y a su socio y consejero de toda la vida. También vemos cómo el veinteañero Lincoln (Benjamin Walker, igualito a Liam Neeson hace treinta años) se enrola en una cruzada para matar a los vampiros humanos que plagan a la nación y que básicamente se concentran en los estados del sureste. ¿Adivina usted a dónde va el asunto? Ecole: la Guerra Civil de los Estados Unidos no fue entre Yanquis y Confederados, sino entre Yanquis y… ¡vampiros!
El reto del director ruso Timur Bekmanbetov es, por supuesto, amalgamar exitosamente un cuento de vampiros con la historia de uno de los presidentes más admirados e influyentes de la Unión Americana. ¿Lo consigue? Mire, si el personaje central se hubiera llamado Perico de los Palotes, la película habría sido igual de entretenida, con todas sus maromas, patadas voladoras, balazos, acuchillamientos y decapitaciones, todo en un tono fantasioso que se acentúa gracias a los efectos especiales y los movimientos de cámara que permiten seguir los brincos por arriba, por abajo, por un lado y por el otro. Creo que el hecho de que no se trata de Perico sino de Lincoln, al principio da risa y por el resto de la película distrae, pero no al grado de desecharla.
Hay cierto ingenio para acercar la historia de vampiros con la historia real, aunque su narrativa episódica terminó por darme la sensación de estar viendo una serie de cortometrajes que anuncian la película por venir. Afortunadamente, llega esa magnífica y divertidísima escena del tren y uno no puede más que decir: “¡Chin, se me acabaron las palomitas!” Garantizado que nadie se mueve de su asiento hasta que termine.