domingo, 10 de abril de 2011

“El mejor trabajo del mundo.”

Escribí el siguiente texto en enero de 2005, cuando se anunció el Oscar honorario por el trabajo de toda una vida para Sidney Lumet.
Lumet falleció este fin de semana, a los 86 años.
Descanse en paz, Maestro.

Sidney Lumet, veterano director en activo del cine norteamericano, recibirá en la próxima entrega de los Oscares el Premio Honorario de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos, por toda una vida de trabajo en el cine, que inició en 1957 y continúa todavía, con más de 40 películas en su haber. Y cuando uno ve películas de Lumet, como ocurre con otros grandes directores, muy bien puede uno intentar contestar una pregunta: ¿por qué hacen los directores sus películas?

Desde sus inicios, Sidney Lumet ha demostrado que siempre hay una razón para hacer cine. La mayoría de las veces, para nuestra fortuna, Lumet ha tenido algo importante qué decir, como en su debut, 12 Hombres en pugna, en que Henry Fonda encabeza un jurado que debe decidir en el lapso de hora y media (la película está narrada casi en tiempo real) si un muchacho acusado de homicidio es inocente o culpable. Un poderoso drama que nos demuestra el valor de escuchar a los demás. La cinta inicia cuando los doce miembros del jurado regresan a su sala de deliberación, después de oír los argumentos del fiscal y el abogado defensor. Todos parecen convencidos de que el muchacho es culpable y están más que dispuestos a sentenciarlo, con tal de desocuparse rápido del deber de jurado. Todos, excepto Henry Fonda que, antes de tomar una decisión, quiere expresar su opinión a los otros once pero, sobre todo, quiere escuchar las de los demás. Ante la molestia de todo el grupo por este contratiempo de un hombre que quiere hacer las cosas como se deben, poco a poco cada uno va diciendo lo que piensa, tanto del juicio como de los demás miembros del jurado, atrapados todos en esa pequeña sala, cuando afuera los espera un cálido día neoyorkino con su tarde de béisbol. A medida que se presentan los argumentos y se caldean los ánimos, vemos cómo un caso que parecía resuelto cambia al escuchar con respeto a todos los que tienen algo qué decir.

Así como en esta primera película con Henry Fonda, muchas veces Lumet se ha aliado con grandes estrellas, en su calidad de grandes actores, por supuesto, para llevar a la pantalla (y al público, por ende) historias que de otro modo se hubieran quedado en la mesa de esos otros grandes artistas generalmente ignorados en el cine, los escritores. Imagine usted carteles tan irresistibles con nombres como Marlon Brando, Katharine Hepburn, Paul Newman, Faye Dunaway, Sean Connery, Ingrid Bergman, William Holden, Ali McGraw, Dustin Hoffman, River Phoenix, Michael Jackson, Jane Fonda, Andy García, Al Pacino... Sé que algunos de estos nombres no significan mucho para los públicos jóvenes actuales. Algunos otros sí, aunque tal vez no por sus trabajos con Lumet. Por ejemplo, Al Pacino sigue siendo conocidísimo, pero pocos recuerdan que por las fechas en que fue el joven Michael Corleone en la saga de El Padrino I y II, de Coppola, bajo la batuta de Sidney Lumet también dio vida a Serpico, el detective renegado que desafió las corruptelas de las corporaciones policiacas en Nueva York y se echó encima a medio mundo. Una impactante historia real que merece ser vista y/o revisitada, por el tratamiento inteligente que hace Lumet de su personaje e historia, fácilmente encasillables en otras manos. Otro gran ejemplo de esta inteligencia y sensibilidad para temas delicados se da en Tarde de Perros, también con Al Pacino en otro evento verdadero, en que un padre de familia “normal” asalta un banco para pagar la operación transexual de su novio. Nunca encontrará usted salida fácil al tema escogido en una película de Lumet.

Con una filmografía tan extensa y aunque más inclinado a los dramas policiales, Sidney Lumet ha hecho casi de todo, hasta un musical, en la adaptación neoyorkina setentera de El Mago de Oz, con Diana Ross y el entonces niño prodigio Michael Jackson. Una versión entretenida e interesante aunque no muy afortunada. Que no digan que no ha intentado divertirnos. Pero si de comedia e intriga se trata, hay que ver su Asesinato en el Expreso de Oriente, de Ágatha Christie, con un reparto multiestelar y una suntuosa producción. Nunca se reirá tanto con Hércules Poirot como con el que interpreta aquí Albert Finney. O busque Network, con William Holden y Faye Dunaway, una negra comedia que, sin quererlo, predijo la porquería actual de la manipulación televisiva en los mal llamados “talk shows”.

Varias de sus películas están disponibles localmente a la renta y venta, tanto en VHS como en DVD. Desvíese un poco de los estrenos y busque a Sidney Lumet, director de artistas. Vale la pena ver de primera mano por qué lo van a premiar este año. Después de todo y en sus palabras, tiene el mejor trabajo del mundo.

Publicado originalmente el 30 de enero de 2005 en La Voz de la Frontera.

6 comentarios:

Sergei dijo...

Estuve viendo toda la semana a Lumet,desde 12 Hombres en Pugna pasando por The Anderson Tapes,Serpico, Tarde de Perros,Network y el Veredicto estas tres de mis favoritas, por ahi consegui una copia pirata (en contra de mis principios)de Prince of the City el veredicto y acabo de cerrar con Before the devil Knows youre Dead que es Excelente, se le va a estrañar al maestro.

Carl Zand dijo...

Joel, sin duda se fue uno de los grandes maestros... Hizo igualmente grande a Nueva York en el cine. Uno de los grandes y también uno de los más coherentes en cuanto su objetividad técnica. Su uso del lente de la cámara siempre incisivo y sobrio. Uno de los pocos maestros de la vieja escuela en el que la cámara siempre pareciera invisible, en donde sus seres humanos, respiraban y habitaban por encima de todo aspecto técnico de la película. Un verdadero director de actores a diferencia de el otro visionario del lado opuesto: Bresson. Bresson sostenía que todo cine era teatro filmado y sus sujetos eran modelos teniendo en sus films obras geniales. Pero, en el caso de Lumet, damos como bienvenido casi a cualquier actor con casi cualquier material. Lo importante aquí, en el cine de Lumet, es el elemento humano al desnudo. Recomendación de otras de sus películas menos célebres: The Hill, Q & A y Deathtrap. Descanse en paz, maestro. Saludos.

Joel Meza dijo...

Sergei, Prince of the City y en general Lumet es difícil de encontrar en México, si no imposible.
De tu lista no he visto The Anderson Tapes ni la susodicha Prince...
Before the Devil knows you're dead, una de las mejores de la década pasada.

Zand, justamente su respeto por el trabajo de actores, escritores, fotógrafos hicieron del cine de Lumet un cine "sin estilo" como dice (decía) él mismo en su libro Making Movies.
Un ejemplo de ese repeto al trabajo de su equipo en turno, The Hill, con Connery entre películas del 007, mostrando que sí era actor desde entonces. Y esa fotografía en blanco y negro que quema como el sol del desierto.
Y de tu lista, Q&A me falta.
Deathtrap, por cierto, una muestra de teatro filmado... pero hecho cine.

Anónimo dijo...

Hola
Tus críticas evidentemente bastante analíticas en mi opinion tambien estrictas creo me identifico y voy de acuerdo contigo.

Johaly

Anónimo dijo...

Hola
Me gustaria saber cuál es tu opinion y crítica de la película Titanic. ¿Puede comentarlo por favor?
Jesi.

Joel Meza dijo...

Johaly, bienvenida a los comentarios.

Jesi, ví Titanic, de James Cameron, el día de su estreno, en la primera función del 1 de Enero de 1998 y la disfruté mucho. Pensé que si no la veía ese día, después me iba a dar flojera o no iba a poder acomodar horarios, por lo larga que es. Nunca la he vuelto a ver completa pero cuando me cruzo con ella en la tele, si están las escenas del hundimiento, después del choque con el iceberg, me he sentado a verla. Por otro lado, la historia de amor presentada por Cameron no me atrapa.

Y una pega que he tenido desde que la ví, es que varias de las mejores escenas de toda la parte del choque del iceberg en adelante son copiadas al carbón de "Una noche para recordar", la película de 1958 que narra el mismo desastre.