miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cuéntame una de vaqueros.

De todos los géneros de cine, no podría decir por qué me gustan los que me gustan. Excepto por "las de vaqueros". Una de mis caricaturas favoritas a fines de los '60s, principios de los '70s es la razón de que me emocione con persecuciones a caballo y duelos a balazos en pueblos en medio del desierto, por hombres de sombrero y ojos entrecerrados por el sol.Me entero hoy que Disney le ha encomendado a Gore Verbinski una nueva versión fílmica de El Llanero Solitario, con Johnnie Depp a la cabeza. Sólo puedo decir: HI-YO, SILVER!

viernes, 19 de noviembre de 2010

Harry Potter y las reliquias de la muerte, 1a. Parte (sí, así se llama)

A reservas de que más adelante trabaje en una reseña más en forma, a continuación mis impresiones de Harry Potter y las reliquias de la muerte, 1a. Parte, justo como las comenté con algunos amigos por correo electrónico a unas horas de haberla visto en estreno "mundial". Con agradecimientos especiales a Renee Alejandra, mi querida ahijada y guía particular en el mundo Potteriano. Por cierto, lo invito a leer mis reseñas de la primera, segunda y tercera.

(Transcribo la "conversación" de correo electrónico más o menos fielmente, resumiendo los comentarios de mis amigos, a quienes llamaremos colectivamente "Miguel"... está bien, pues: sólo fueron los comentarios de Miguel Fimbres - visiten su blog de vinos para que ya dejen el padre kino.)


YO: Anoche, cumpliendo mi amenaza, perdón, mis funciones de padrino, acompañé a mi ahijada de 16 años a ver el estreno de Harry Potter 7, a las 10:30 pm, con el sistema lleno de azúcar para no dormirme.
La película me pareció buena, con suficiente humor, acción y emociones fuertes para satisfacer a los seguidores de la serie.
Si no son seguidores de la serie, es una película perfectamente innecesaria. Excepto por un episodio completamente desligado de la trama, que es presentado en animación estilizada inspirada en sombras chinas. Pero ese solo episodio no vale la pena la sentada de dos horas cuarenta minutos. Ah, y Harry Potter sale bichi. Varias veces.

MIGUEL: Gracias por la advertencia, pero de todas maneras me la voy a tener que quemar ya que mi esposa es fan.

YO: Addendum: Además de perfectamente innecesaria (aunque, claro ¿qué película no lo es?), Harry Potter 7 carece completamente de valor (y significado) para quien no ha visto la serie. La última que yo ví, completa, fue la 3 (al momento de su estreno). Anoche antes de ir al cine ví la 6 en DVD e hice bien, porque de otro modo no hubiera sabido quiénes eran más de la mitad de los personajes ni qué diablos se supone que traen contra o con Harry Potter.

MIGUEL: Mándame un diagrama de flujo, ¿no?

YO: 'tá fácil.
1. Voldemort (el malo) y Harry Potter (el bueno) se quieren matar mutuamente.
2. Todos los amigos de Harry Potter quieren matar a Voldemort.
3. Todos los amigos de Voldemort quieren matar a Harry Potter.
4. Ron (el pelirrojo) y Hermione (la muchacha) son amigos de Harry Potter.
5. Ron y Hermione quieren algo más entre ellos que lo que la clasificación de la película permite.
6. Harry quiere ser cuñado de Ron, pero le pone más atención a éste que a la pelirroja y dispuesta hermana.
7. Se supone que todos son magos, pero igual podrían ser abogados o contadores públicos. Sus broncas mutuas no tienen ninguna consecuencia para el mundo.

Creo que es todo lo que necesitas saber para no perderte.

MIGUEL: Huelo un post al respecto...

YO: Debe ser esa nueva función de Gmail... Smell-o-rama...

jueves, 18 de noviembre de 2010

Harry Potter y el Prisionero de Azkaban ***1/2

(Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, EUA 2004) Clasificación ‘B’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Dicen que las comparaciones son odiosas y aquí va la mía: ésta es la primera película de Harry Potter que disfruto verdaderamente. La historia, como en las dos anteriores, vuelve a ser lo suficientemente interesante para mantener la atención del público por más de dos horas y la estructura es básicamente la misma. Harry vuelve a ser miserable durante las vacaciones escolares en casa de sus tíos, para luego volver a Hogwarts, la escuela de hechiceros, donde, a la manera de James Bond, recibirá un resumen del nuevo misterio por resolver, al lado de sus inseparables amigos Hermione y Ron. A saber, un terrible mago, prisionero en la cárcel de Azkaban desde hace 15 años, se ha escapado. El que el fugitivo esté ligado a Voldemort, enemigo mortal de Harry, y que el joven mago esté en grave peligro, no es sorpresa, preparados como estamos por las dos películas anteriores.

Lo que hace más disfrutable este nuevo episodio de Harry Potter, es la narrativa y estilo visual elegidos por su director, el mexicano Alfonso Cuarón, fresquecito de su paseo por los Oscares con el guión de Y tu mamá también (México/EUA, 2001). Cuarón se estrena en la serie, después de que el director norteamericano Chris Columbus nos recetara las adaptaciones de las primeras dos novelas, en sendas películas que básicamente no querían dejar ninguna página sin filmar en aras de complacer a los millones de seguidores de las novelas en todo el mundo. El resultado, para el resto de nosotros, fueron dos larguísimas cintas llenas de detalles que, aunque curiosos y entretenidos, realmente no aportaban nada a la trama principal y, por lo tanto, terminaban por aburrir. Alfonso Cuarón, de la mano del guionista Steven Kloves, quien también escribiera las adaptaciones para las dos primeras aventuras fílmicas de Harry, se centra, más o menos de forma constante, en una sola idea, la amenaza del fugitivo de Azkaban y sus consecuencias en la vida en Hogwarts. Sin tanta presión, la historia se sucede en escenas episódicas más relajadas que en las dos cintas anteriores, y Cuarón, a diferencia de Columbus, se da el tiempo de crear un ambiente tangible para Hogwarts y sus alrededores que, aunque conservan las líneas básicas del diseño de producción anterior, en esta ocasión han sufrido cambios notables para mejorar. Por primera vez siento que no me perdería en un paseo por la escuela y sus alrededores, además de bellos, se sienten reales. Elementos como el juego de quidditch y las distintas sesiones escolares vuelven a aparecer, ahora en función de la trama principal y no como un agregado espectacular pero inútil.

El reparto principal es básicamente el mismo, tres años después, con Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint en los roles principales. El irlandés Michael Gambon reemplaza al fallecido Richard Harris como Dumbledore y repiten Maggie Smith, Robbie Coltrane y Alan Rickman, que hace las delicias de todos como el antipático profesor Snape. Siguiendo la tradición, los nuevos profesores este año son interpretados por lo mejor de la escena y pantallas británicas. Toca el turno a Emma Thompson como una distraída pitonisa y a David Thewlis como un amable y enigmático mentor para Harry. Timothy Spall aparece, literalmente, robando la atención sobre Gary Oldman, el peligroso fugitivo de Azkaban. Y entre tanta atmósfera, diversión e intriga, a ratos uno piensa que a Cuarón se le olvidó llamar a escena a Oldman, junto con la trama principal del peligroso prisionero, pero las ideas se cierran perfectamente y Harry queda listo para su siguiente aventura. Y esta vez sí quiero verla.
(Publicada originalmente el 6 de Junio de 2004 en La Voz de la Frontera.)

Harry Potter y la Cámara Secreta ***

(Harry Potter and the Chamber of Secrets, EUA 2002) Clasificación 'A'
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala


La espera ha terminado y el nuevo héroe favorito de todo niño y niña de doce años regresa a la pantalla, en una efectiva aventura de misterio que no pierde tiempo en presentaciones, gracias al éxito de la cinta anterior, Harry Potter y la Piedra Filosofal, dirigida también por Chris Columbus y escrita por Steven Kloves a partir de las novelas homónimas de la señora Rowling.

Ha pasado un año y Harry y sus amigos, junto con el resto de sus condiscípulos de Hogwarts, han crecido como niños normales en apariencia, pero con el secreto de que al inicio de su nuevo año escolar regresan a la afamada escuela de hechicería para continuar su aprendizaje, no sin varios obstáculos para Harry, empezando en la casa de sus tíos y continuando en el viaje a la escuela, esta vez acompañado en sus pesares por Ron. Una vez ahí, después de la ya acostumbrada reprimenda por el profesor Dumbledore, Harry y Ron se reúnen con Hermione para resolver el misterio en turno: la Cámara Secreta.

De acuerdo al plan de filmación de Columbus, todo el reparto principal de Harry Potter y la Piedra Filosofal está de regreso, encabezados por Daniel Radcliffe como Harry y Rupert Grint como Ron. Ambos un poco más estirados y con las voces a veces más graves y a veces totalmente fuera de control, justo como lo marca su entrada a la adolescencia, lo que concuerda perfectamente con la edad de sus personajes. Emma Watson repite en el papel de Hermione, la inteligente amiga de Harry, y ella también empieza a despuntar como una atractiva jovencita, lo cual es aprovechado un par de veces para apenas dibujar algunos momentos de leve tensión, propia de la edad, entre el trío dinámico. Al profesorado de Hogwarts, con el finado Richard Harris en su última actuación como Dumbledore, Maggie Smith, Alan Rickman y Robbie Coltrane, se ha sumado la presencia del genial actor y director Kenneth Branagh, interpretando a uno de los nuevos profesores, un hiperfamoso mago que prefiere firmar autógrafos a demostrar sus habilidades. Otra adición es Miriam Margolyes, la profesora Sprout, encargada de explicar a los niños las divertidas y peligrosas características de las mandrágoras. Además, en esta ocasión podemos conocer, en secuencias bastante dinámicas, a la familia de Ron y al papá del odioso Draco Malfoy (Tom Felton), interpretado por Jason Isaacs, el agente Devlin de El Smoking, aprovechando la también odiosa personalidad de papá Malfoy para sobreactuar de una forma deliciosa.

En este respecto, y por ser una historia totalmente de fantasía, el trabajo de los actores veteranos brilla por el gusto con que asumen sus excéntricos papeles. Para muestra, véase la escena de la clase de duelo que conjuntamente imparten Alan Rickman y Kenneth Branagh a los estudiantes. Sólo excelentes actores pueden saber la medida de la exageración, para conseguir interés y diversión en el público, sin verse fuera de lugar entre el resto del juvenil reparto. Sin duda Rickman y Branagh saben su negocio.

Columbus no se ha arriesgado y justo como en la Piedra Filosofal, ha apostado a una adaptación extremadamente fiel a la novela, que da como resultado una proyección de dos horas con cuarenta minutos, conservando el mismo diseño de producción y poblando cada escena de refinados efectos especiales, para conseguir la extravagante y misteriosa atmósfera de Hogwarts y su bosque aledaño que nos presentara en la primera cinta. Si bien las secuencias de acción son más emocionantes y extendidas que en la película anterior, todo el relato puede terminar por cansar a los niños más pequeños y a los adultos. Recordemos que los libros de la señora Rowling son totalmente dirigidos a un público infantil que se puede enfrascar por sí mismo en su lectura, y las propuestas cinematográficas de Columbus replican exactamente la experiencia. Así que si las novelas no lo han cautivado, y no tiene pequeños a quienes acompañar al cine, tal vez no la disfrute tanto y hasta le parezca exagerado el tiempo en pantalla. Especialmente si ha tomado una soda grande mientras ve la película. Créamelo.
(Publicada originalmente el 4 de Diciembre de 2002 en La Voz de la Frontera.)

Harry Potter y la Piedra Filosofal ***1/2

(Harry Potter and the Sorcerer’s Stone, EUA 2001) Clasificación ‘A’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Generalmente las películas basadas en novelas exitosas sufren de la inevitable comparación del público: “el libro estuvo mejor”. Harry Potter y la Piedra Filosofal, sorprendentemente, muestra que su director Chris Columbus y su equipo hicieron la tarea y se sentaron verdaderamente a leerlo. La adaptación, a cargo de Steven Kloves (quien también entregara, a partir de una novela, la inspirada Wonder boys, EU 2000, rebautizada en México como Loco fin de semana en este 2001), explota con muy buenos resultados la riqueza de los personajes y situaciones creados por la -ahora legendaria- señora Rowling, en una historia donde lo sobrenatural es norma y la magia es ley.

Lo confieso: fui a ver Harry Potter y la Piedra Filosofal sin haber leído la novela homónima, y por lo tanto sabiendo absolutamente nada acerca del personaje. Además, no me entusiasmó mucho enterarme de que la cinta, enfocada principalmente al público infantil de entre los 7 y 12 años, dura 142 minutos. Como decía Buñuel (palabras más, palabras menos): nadie tiene derecho a quitarle a nadie más de hora y media para contarle una historia. Y menos cuando quien lo hace es Columbus, muy lejos ya de sus exitosas Mi pobre angelito (EU ‘90) -y su no tan lograda secuela en ‘92- y Papá por siempre (EU ‘93, donde Robin Williams se convertía en una dulce y graciosísima niñera inglesa).

La verdad sea dicha, Columbus no ha vuelto a presentar un producto realmente efectivo desde las dos ya mencionadas. O por lo menos no lo había hecho, hasta que “descubrió” a Harry Potter. El reto y el riesgo eran muy grandes: dar vida a las aventuras de un pequeño mago de 11 años, conocidas y seguidas por millones de admiradores alrededor del mundo, desde que en 1997 apareció la primera novela de la serie. En consecuencia, las expectativas creadas en el público por el aparato mercadológico, se ven multiplicadas por los deseos de los lectores, que en su mente ya han dado forma a personajes y lugares mágicos, incluso mucho antes de haber visto los primeros cortos a inicios de este año.

Las emociones resultantes se deben no sólo a los impresionantes efectos especiales utilizados para hacer realidad las maravillas descritas en el papel. Aquí, Harry y sus amigos dependen más de su inteligencia, valor y buen corazón para salir airosos, que de cualquier movimiento de sus varitas. Por ejemplo, está la escena de la dramática batalla en un tablero gigante de ajedrez, donde Harry, junto con otros dos pequeños hechiceros, literalmente se la juega, enfrascándose en una feroz partida en que la magia nada puede hacer contra las milenarias reglas. Las piezas, de tamaño natural, me remiten a los ídolos, también pétreos, que espada en mano “amenazaban” por fracciones de segundo a Lara Croft este verano en Tombraider (EU 2001), para ser despedazados instantáneamente de un balazo, sin mayores consecuencias: efectos visuales como fin único. Aquí Columbus hace crecer la tensión, al dejar muy en claro que la suerte de Harry y sus amigos está ligada a su habilidad en el tablero, pero aún más a su valentía y arrojo. Realmente nos convencemos de que una jugada equivocada puede ser fatal.

Después de salir del cine, no necesariamente convertido, pero sí con la suficiente curiosidad, conseguí la novela de marras e inicié su lectura. Al momento de escribir esta reseña y después de haber leído de un tirón los primeros tres capítulos (y hojear rápidamente pasajes salteados), casi puedo asegurar que cada escena parece corresponder a las páginas de donde sale. De más está mencionar ahora los otros elementos que la hacen exitosa (grandes y veteranos actores británicos, niños simpáticos, diseño de arte efectivo para dar pie a la irreal atmósfera, etc.): el libro está en la pantalla.

Quienes lo hayan leído antes tendrán, seguramente, una mejor opinión. Mientras tanto, revivo, capítulo tras capítulo, la aventura. Afortunadamente para mí, al terminar me esperan, no sólo en las letras, sino también en cine, el año entrante, las sorpresas de la segunda parte (Harry Potter y la Cámara de los Secretos). ¿Estaremos ante una nueva franquicia hollywoodense? ¿James Bond para niños? Es hora de sacar la mágica bola de cristal.
(Publicada originalmente en La Voz de la Frontera, el 28 de Noviembre de 2001.)