(Taken, Francia 2008) Clasificación ‘B-15’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala"Escúchenme bien: no sé por qué secuestraron a mi hija. No tengo dinero. Pero lo que sí tengo son habilidades muy particulares. Si dejan libre a mi hija en este momento, se acaba todo el asunto. Si no, les aseguro que los buscaré, los encontraré y los mataré." Palabras más, palabras menos, ésto dice por teléfono Liam Neeson a los secuestradores de su hija en una escena que se muestra en los anuncios de Búsqueda Implacable. Esa sola línea de diálogo en el corto, visto
contra mi costumbre (aclaro que hasta ese punto, tampoco hay que ser extremistas; ignoro si el corto muestra algo más), es lo que me llevó al cine a ver esta película. Y obtuve justamente lo que promete.
No sé usted, amable lector, pero a mí todo el asunto de los secuestros en México me tiene cansado. Cansado de pensar que el miedo a ser secuestrado no es únicamente exclusivo de la gente con dinero. Cada semana nos enteramos de al menos un nuevo secuestro, en cualquier parte del país, por unos cuantos miles de pesos, a la par de otro por varios millones. Cansado de que casi nunca (nunca,debiera decir, sin el casi) se detiene ni castiga a nadie por esos crímenes. Y cansado de que, en consecuencia de tal impunidad, los secuestradores ahora simplemente toman el dinero y matan a su secuestrado, dejando mortal y permanentemente herido el espíritu de los familiares y amigos.
Cansado, además, de oir a quienes ocupan el lugar de nuestras autoridades (y así lo quise escribir: quienes ocupan, sin ejercer, ese lugar) pregonar que, aunque no lo parezca, vamos ganando la lucha en contra de los crímenes mayores en el país.
No sé usted, amable lector, pero esta vez yo necesitaba un escape a este cansancio y cosas como Se Busca, La Guerra de los Clones o Los Expedientes Secretos X, simplemente no me lo podían dar. Pero la contundente promesa hecha por Liam Neeson a quienes tomaron a su hija me hizo querer verla hecha realidad. Tenía ganas de ver a alguien hacer lo que nuestros políticos, asociaciones civiles y también algunos ciudadanos con algo de valor y voz han estado soltando a los medios, con diferentes intereses cada uno, me doy cuenta. Quería verla hecha realidad, aunque sólo fuera en una película de acción en una pantalla de cine. Un escape, pues.
La premisa es sencilla, como se anuncia. Le haces daño a mi familia, ¡a mi hija! Te busco, te encuentro y te mato. Y por el tono en que te lo digo, puedes estar seguro de que esa muerte será la más dolorosa posible para tí. Entonces, todo queda en la ejecución, por usar el término apropiado, de la película. El ejecutor tiene que ser encarnado por un actor que haga creíble no sólo la amenaza, sino la forma en que la cumple. Hace 30 años, Charles Bronson se ajustó perfectamente a este papel en la serie de El Vengador Anónimo. Hace 15, Harrison Ford tuvo su turno y lo hizo tan bien que lo repitió incluso hasta como el propio Presidente. Liam Neeson ahora en 2008 me convenció al grado de que, lo confieso (recuerde usted que iba por un escape), aplaudí la ejecución de cada uno de los implicados en el secuestro.
Averiguando un poco sobre esta película, de la que no había oído antes de ver el anuncio, me dí cuenta de parte de la razón: aún no se estrena en los Estados Unidos. Ví que, si bien el personaje que se presenta, encarnado por Neeson, es un norteamericano, la película es completamente francesa, escrita y producida por Luc Besson y dirigida por Pierre Morel, cinefotógrafo de cintas de acción producidas también por Besson. La cosa prometía más y no salí defraudado.
Me explico. Sólo así, siendo una película francesa de Luc Besson, el asunto cobra sentido y resulta atractivo para mí. Después de todo, el cliché del estadounidense todopoderoso que se pasa por las polainas las leyes de los demás países es archiconocido, empezando por como son las cosas en la vida real. Luc Besson ha demostrado una y otra vez que si Hollywood no le abrió los brazos, su respuesta es hacer películas comparables pero con el sello francés (entre otras cosas, la visión/aversión francesa a los Estados Unidos). Así, la hipócrita corrección política de los primos casi desaparece en una película como Búsqueda Implacable y un ex-espía norteamericano puede admitir en pantalla que por sistema su país usa la tortura para obtener lo que desea. Imagine usted una escena similar en una producción hollywoodense: la admisión se diría con un dejo de sarcasmo para que el público nos enteremos que todo el asunto no es más que un fanfarroneo para hacer hablar al prisionero. Es más, el personaje sería interpretado por alguien de todas las simpatías del gran público: ¿qué tal le suena Bruce Willis? En cambio, Besson y Morel no sólo usan la línea para amenazar. Hacen que la diga un norteamericano interpretado por un actor irlandés que no tendría/tiene tanto compromiso patriótico/patriotero. En una producción norteamericana, el ex-espía casi casi hubiera volteado a la cámara para guiñar un ojo al público.
Pero la crítica no se limita a "poner a los gringos en su lugar". Como tan triste y terriblemente hemos aprendido en los últimos años en Mexico, crímenes como el secuestro y el tráfico de personas, drogas y armas, no ocurren sin la complicidad de quienes cobran como autoridades a muchos niveles. El ex-espía norteamericano en Búsqueda Implacable lo sabe y también va contra estos criminales de escritorio del propio gobierno francés, incluso soltando líneas xenofóbicas que en sus labios suenan bastante sinceras. Claro que el asunto está más simplificado que otra cosa, pero ya es de agradecer a los cineastas que los cocolazos también se den hacia sus compatriotas.
La forma en que todo ocurre en la película, corretizas, balaceras, persecusiones en auto, golpizas y patadas voladoras, son realizadas con la seguridad de entretener haciendo fluir la adrenalina del espectador. Las bajas de guerra, una tras otra, sólo me hicieron sentir mal cuando era alguien del lado de "los buenos". Y para presentar toda esa "acción", un poco menos de temblorina y edición a machetazos me hubiera satisfecho más. Ni modo, las modas son las modas y espero que esta ya termine.
En resumen (si aún es tiempo), obtuve lo que buscaba. Liam Neeson me hizo aplaudir su venganza y emocionarme en el momento en que finalmente llega a su objetivo (nuevamente, imagine a Bruce Willis en una película gringa; seguramente hubiera dicho "¡Te dije que me llamaras!"). Su hija es interpretada por la agradable veinteañera Maggie Grace de quien uno no duda que tenga sólo diecisiete años y se compadece ante tanta ingenuidad y tontería adolescente. Y puesto ya en modo de entretenimiento escapista, la ex-esposa y madre de su hija, una fría Famke Janssen, realmente me hizo murmurar "maldita arpía" en cada escena en que aparece.
Mire, soy un hombre que cree firmemente en que las leyes son el medio correcto para asegurar la convivencia y supervivencia humana. Y he visto a lo largo de mi vida que una ley es sólo tan buena como la capacidad y voluntad de las autoridades para hacerla cumplir. Si estas dos condiciones no existen, lamentablemente puedo decir que nos encontramos en una tierra sin ley. En este país estamos llegando al punto en que, si no nos decidimos a tener "ciertas habilidades especiales" para buscar, encontrar y castigar a quienes nos dañan, simplemente seremos blancos esperando ser abatidos. ¿No podría Monsieur Besson hacer una secuela en que la hija de Neeson se eche unas vacacioncitas por México?